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Convivencia política

La necesidad de formar cuanto antes un gobierno

No acaba de aclararse este tedioso intervalo entre las dos, ¿o tres?, elecciones generales, siendo problemático recuperar músculo civil y energía para afrontar las cuestiones que se están acumulando tras demasiados meses en el limbo político. La tregua se ha acabado y no se puede demorar la declaración de un programa de reformas que esté respaldado por un suficiente apoyo parlamentario.

España necesita estabilidad, sosiego y, sobre todo, pragmatismo. Es hora de dar la espalda a tanta demagogia hueca y a los personalismos que anteponen sillones e incluso "modus vivendi" particular al bien común.

Hace unos días, el profesor Tomas Calvo, con ocasión de recordar el 2400.º aniversario del nacimiento de Aristóteles y el recientísimo descubrimiento de su tumba en Estagira, señalaba que el gran filósofo advertía en sus reflexiones políticas de la necesidad de alentar una "amistad civil" como principio para la convivencia política, consistente en la benevolencia recíproca fundada en la concordia. Y hay concordia, según Aristóteles: "Cuando los ciudadanos se ponen de acuerdo sobre las cosas que les convienen y los políticos sirven".

Parecen muy distantes las recomendaciones aristotélicas a la luz de las experiencias recientes que han estado a punto de empujarnos al precipicio.

Quizá los resultados del 26-J nos hayan evitado lo peor, pero el camino hacia una mínima estabilidad y convivencia está siendo muy tortuoso. Falta normalizar el ambiente de crispación para facilitar los pactos, sin vetos y dedicar atención prioritaria a los problemas reales de los ciudadanos. Se hace cada día más urgente que un Gobierno responsable hable a los españoles de la situación de las pensiones, de su viabilidad, soluciones y garantías. Con la misma claridad hay que exponer los resultados de la gestión de la sanidad, de la educación y de las políticas asistenciales y, todo ello, sin contaminación ideológica. Los ciudadanos están exigiendo que estas cuestiones capitales no sean objeto de la pura confrontación partidista sino puntos básicos y consensuados para su permanencia en un Estado de servicio.

Se están prodigando las llamadas a la responsabilidad e, incluso, se eleva el tono invocando un olvidado patriotismo, para que las fuerzas políticas se pongan de acuerdo no ya para una Gran o Media Coalición sino para facilitar un Gobierno que de voz institucional a la oposición.

Los tactismos todavía parecen ser más determinantes que todas otras motivaciones, olvidando que España está en un momento crucial de su historia. Atenazada por el independentismo y un populismo mezcla de leninismo y del chavismo caribeño. Y, todo ello, en una situación de tremenda crisis internacional, de un colapso financiero con cifras bimillonarias de euros.

Desde distintos foros nacionales e internacionales se está advirtiendo a políticos y líderes, en activo o en la reserva, que dejen a un lado malquerencias y egoísmos para oír a la sociedad civil que clama por la convivencia política.

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