Aún es pronto para saber si los constantes retrasos y cancelaciones que sufren las cercanías de la antigua Feve responden a un impulso privatizador, como creen algunos afectados, o tan sólo se deben a que los recortes han hecho descarrilar el servicio. Y también tardaremos unos meses en comprobar si las promesas de mejora por parte del Ministerio de Fomento, con la incorporación de nuevos maquinistas, cristalizan o no. De lo que no cabe duda es de que se ha dejado morir por inanición al ferrocarril de andar por casa mientras las grandes inversiones han ido a parar a una alta velocidad que no es asequible para todos los bolsillos. Este deterioro de las prestaciones se ceba especialmente con la comarca de Avilés, que siempre ha tenido en la vía estrecha una forma de articular el territorio y conectarse a otros. Por eso, sus autoridades y ciudadanos están entre los más legitimados para poner el grito en el cielo por semejante decadencia.
