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Ya apareció

Las causas del retroceso electoral de Podemos

Ya apareció la causa del fiasco electoral de Podemos. No fue debido a la ignorancia y al miedo de los electores, no; el culpable de la pérdida de más de un millón de votos de este partido emergente y arrollador fue el chiquillo de la Bescansa.

Buena parte del éxito de Podemos radica en el dominio que tienen sus dirigentes de los medios de comunicación, cómo manifiestan su extraordinaria preparación universitaria y qué bien hablan, coño. Allí donde Rajoy anda con muletas, ellos van en Ferrari, son de otra onda. Los líderes populares, en general resultan rancios, mientras que los de Podemos deslumbran con su don de gentes, su aplomo, su chispa. Los socialistas estuvieron riéndose de las caras de pasmo de los populares ante estos maestros de la comunicación, hasta que ellos mismos se vieron desbordados, incapaces de frenar el empuje de Pablo Iglesias y sus muchachos, que tuvieron la osadía de darles el gobierno hecho, para que sólo tuvieran que decir que sí. La imagen de los dirigentes socialistas era de desconcierto total ante el avance imparable de los "errejones" que iban siempre un trecho por delante.

Fue tremendamente estimulante el impacto que causó en la sociedad española y en medio mundo la irrupción de los jóvenes inconformistas en la Puerta del Sol, al grito de "Sí se puede", poniendo a caldo de perejil a los partidos tradicionales, culpables por acción u omisión de los malditos desahucios y muchas otras hipotecas de los ciudadanos. Claro que se podía. De este rechazo a lo establecido surgieron voces que hablaban de modo convincente de otra manera de hacer política, como surgieron revoluciones en diversos momentos de la Historia en diferentes lugares del mundo, hubo más de un Mayo de 1968.

Desde aquellos primeros momentos de irrupción de aire fresco en España, los nuevos líderes del movimiento ciudadano no hicieron otra cosa que ganar adeptos, la ola de entusiasmo se hacía imparable por momentos, los partidos de toda la vida no sabían cómo detener la marea; las elecciones europeas y generales vinieron a confirmar ul vuelco en las votaciones a favor de una opción que poco tenía que ver con las habituales, tan cansinas

Y llegamos a junio de 2016 cuando, contra todos los pronósticos, los que iban a ser nuevos gobernantes se llevaron un batacazo. Dicen que las encuestas y las estadísticas, debidamente interrogadas, acaban por confesar (lo que interesa que confiesen). Podemos y compañía murieron de éxito. No están enterrados, les queda toda una vida por delante para aprender si tienen buena madera, pero la morrada no se la quita nadie.

Cuando Carolina Bescansa entró con el chiquillo en el Congreso de los Diputados, triunfó a nivel sideral y metió la pata en casa. El López este que presidía el Congreso, se nota que le quedaba grande el traje, debería haber reprendido a esta moza, después de concederle el minuto de cortesía para la imagen en la tele, que era lo que ella buscaba; pasado ese momento de gloria televisiva, que llevase al guaje al sitio que le correspondía, a su casa, a la guardería o, puestos a desbarrar, a las barricadas, para que fuese entrenando. El Congreso no es un parque temático ni una feria, aunque otros lópeces de los que allí tienen asiento desde hace años den esa impresión con su comportamiento.

Ese mismo día hubo más guajes mal educados que interpretaron malamente el lugar y el momento, y merecieron un par de ñalgadas, (azotes en las nalgas), como esos dos que se dieron un beso, no quedó claro si en la boca o en el culo, ellos sabrán. Mismo éxito sideral, mismo fracaso local. Que prueben con Almodóvar, igual los ficha para rodar escenas escabrosas.

Dicen los gallegos que "no hay mejor cosa que ser uno solo, llevándose bien". Podemos está constituido por miles de podemimos, cada uno de su casa, veremos si se ponen de acuerdo y hacemos con esos mimbres un cesto para llevar agua. Como dijo alguien que sabía de lo que hablaba: hay partidos que dicen en la campaña electoral, "ciudadano, tienes ochenta derechos y cuatro obligaciones"; lo tienen claro.

El que crea que lo tiene todo hecho, no tiene nada que hacer.

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