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Crítica / Arte

El orden del desorden

Sobre una de las muestras avilesinas del año

La entropía es un parámetro que mide el desorden en algunos sistemas, mientras que en otros cuantifica el orden. En todas las exposiciones comisariadas por Jaime Rodríguez se encuentra presente el caos, generando un orden, en ocasiones demasiado predecible y excesivamente ecléctico, aunque lejos quedan aquellas propuestas, una especie de big-bang que nos descubrían artistas de interés y salpicaba de fiesta el discurso curatorial tan previsible que se realiza en Asturias. Aunque las propuestas de Jaime Rodríguez siguen teniendo algunos toques poco ortodoxos, como incorporarse el propio comisario a la exposición, tal vez porque entiende su labor como un todo inseparable donde se mezcla su propuesta artística, el discurso vehemente y una anarquía conceptual ajena al didactismo y próximo a la poética. Pero esta muestra, con coordinación de María Castellanos y César Naves, versa sobre la realidad fragmentada, triste y oscura que nos ha tocado vivir, de la que han borrado los sueños de un futuro mejor para intensificar un bucle de muerte e infelicidad.

La obra "Defina (La carta)" de Avelino Sala (Gijón, 1972) recoge los recuerdos de una mujer vinculada al movimiento obrero asturiano que nos relata la tortura y muerte de su padre, miembro de la CNT, en el entorno de la Guerra Civil española. La memoria es una forma de resistencia, a los muertos se les debe su sitio en la historia y todos tenemos necesidad de su presencia, de su recuerdo. Delfina no hace más que cumplir con su deber, en los márgenes, pero con una dignidad emocionada y emocionante.

El colectivo Axial -César Naves (Oviedo, 1966) y Jaime Rodríguez (Oviedo, 1968)- trabajan con el lienzo al que rasgan e incorporan hilos, trozos de cartón e imágenes en movimiento que se transparentan a través de la tela, mostrando distintas capas de realidad sesgada e invitando al espectador a añadir elementos predefinidos por los artistas. En el vídeo de Blanca Prendes (Gijón, 1973) la "Inocencia perdida", una niña se mueve libremente ajena a los conflictos y a sus propio destino, mientras que una voz en off va escribiendo en la pantalla un discurso de control, "no quiero que te muevas así", de inseguridad, "¿dónde vas? No sé", y emocional, "te quiero más que a mi vida". Un relato inquietante en el que se encuentran presentes cuestiones de género.

Begoña Muñoz despliega una instalación de cabezas de muñecas de porcelana lavadas con lejía hasta quitarles cualquier rastro decorativo y dispuestas sobre una pared pintada de forma desigual con tinta china. El negro y el blanco, el orden y el caos, el ying y el yang, lo conectado y lo aislado, la evocación y la presencia, los procesos y los resultados, los hilos y las sierras, todo un sistema cultural y artístico al que hace referencia el proyecto. Las fotografías de Gema Ramos (Oviedo,1969) participan de la performance y de la instalación, como en este caso, donde Laura Cuervo, desnuda, ocupa un espacio delimitado por un entramado de redes, derivando en momentos escultóricos, teatrales y hasta pictóricos expresados en la trama reticular. Muy diferente resulta el trabajo de Daniel Franco (Gijón, 1976) que muestra mediante una carta dirigida al comisario su renuncia a exponer al carecer de recursos económicos para la producción, una especie de moderno Bartleby y su famosa frase "preferiría no hacerlo", convertida en denuncia de la precariedad artística.

Antonio Navarro (Creon, Burdeos, 1966) presenta una serie de trece esculturas, escenas, maquetas situadas sobre el libro que ilustran, una poética objetual que Juan Carlos Aparicio, en el texto del catálogo, las define como naturalezas muertas conectadas con un sentido lúdico. Emma Bi exhibe una composición de fotografías de un sola ojo de los usuarios de páginas de contactos en Internet, inspirándose en el hijo del monarca británico Jorge III que pidió a un miniaturista del siglo XVIII que pintase uno de sus ojos para enviárselo a su amada. La soledad, la búsqueda del otro, la fragmentación del cuerpo se encuentran detrás de esta propuesta.

Paco Nadie (Thionville, 1972) se sirve de la imágenes tomadas por un robot del plantea Marte, para plantear conceptos de representación ligados a la tecnología y establecer una relación entre esos paisajes desérticos y el vacío que habitamos. "El desierto de lo real" título de la serie hace regencia a la frase de Morfeo en Matrix, con la que especuló el filósofo Slavoj Zizek, profundizando en esa apariencia que son componentes vacíos de la realidad. El colectivo "Uh513", integrado por María Castellanos y Alberto Valverde, presenta la videoperformance "Interfaz atrópico" con una prótesis, una máscara sin expresión, desarrollada con un entramado de conexiones y sensores que oculta el rosto y al detectar momentos de silencio emite diversos sonidos vibrantes, otorgando presencia a lo sonoro, un elemento esencial de la comunicación.

El paisaje de Román Corbato (Gijón, 1980) se establece sobre dos planos distintos pero próximos en su discurso, la ruina y el fracaso, construyendo, influenciado por su formación como arquitecto, con elementos encontrados -azulejos, piedras, ladrillo, hierro- y descontextualizados, una perturbación en la inflación constructora que asoló nuestro territorio. Los vestigios se acumulan como una desolación del paisaje, como una perturbación especulativa, como un fracaso arrollador que escenifica en diversos vídeos empeñándose en la construcción de diversos elementos que tienden al desmoronamiento.

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