A raíz de la proliferación de agresiones "sexistas" a mujeres en la fiesta pamplonesa de San Fermín empezó una cruzada feminista que tiene por objetivo sensibilizar a la ciudadanía en materia de igualdad, condenar las actitudes machistas y animar a las víctimas a denunciar. Hasta ahí, nada que objetar. Pero lo penoso de esta, insisto, encomiable iniciativa es que se ha extendido a otros puntos de España sin reparar en que ni todas las fiestas son San Fermín ni todos los hombres siguen viviendo en las cavernas. Hasta Avilés han llegado los ecos de esa campaña, cual moda a imitar sin tener en cuenta que las medicinas son benéficas cuando se usan contra una enfermedad pero contraproducentes si se aplican a un organismo sano. Y las fiestas de San Agustín, apacibles hasta que se demuestre lo contrario, lo que menos necesitan es una brigada feminista de patrulla a la caza de machistas; afortunadamente la ciudad tiene medios para defender a las mujeres sin falta de semejante esperpento.
