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Se ha ido un hijo de San Juan Bosco

Despedida a un salesiano ejemplar e impulsor del movimiento escultista

"No es más que un hasta luego, no es más que un breve adiós, muy pronto, junto al fuego, nos reunirá el amor". Así rezan los versos de la canción que tras un campamento entonamos los scouts. Hoy, nos viene a la cabeza para decir adiós, hasta luego, a quien tanto ha hecho por el movimiento escultista. Cuando un scout se va por siempre al Campamento Eterno, imitando a su fundador Baden Powell, se coloca un fin de pista del rastreo que ha sido su vida. Con la tristeza de la pérdida y la alegría y la esperanza puesta en el reencuentro, hoy ponemos el fin de pista en la vida de Juan López Sevillano.

Sin embargo, Juan era mucho más que eso. No solo los scouts lloran su pérdida. También sus hermanos salesianos, sus alumnos, sus compañeros, su familia; en definitiva, todos aquellos que tuvieron el privilegio de poder conocerle.

Juan, no solo ha sido un scout al que imitar y seguir. Ha sido y es un hijo de San Juan Bosco y ha llevado su pedagogía y su vida a tantos y tantos jóvenes que han pasado por el Colegio Salesiano de Avilés y por todos aquellos en los que él estuvo presente. Como Don Bosco, fue un soñador que creyó que la cercanía, el acompañamiento, el diálogo y la oración eran las herramientas que se han de usar para cambiar este mundo. Siguió a pies juntillas la frase que San Juan Bosco repetía "Ahora hemos de trabajar, ya descansaremos en el paraíso". Fue un trabajador incansable, hasta el último aliento. Buscó siempre dejar este mundo en mejores condiciones de cómo lo había encontrado y ese ha sido su triunfo: lo ha conseguido con creces.

También, como educador, fue innovador y cercano. Alguien que no solo era profesor de religión, sino que vivía y hacía vivir la fe desde el debate enriquecedor, desde la escucha a los demás, creando espíritu crítico e invitando a buscar la verdad que habita dentro de cada uno de nosotros.

Hoy, Juan descansa ya en el Campamento de Cielo y allí, junto al fuego, nos esperará. Nos deja lecciones de vida, pues su camino no fue fácil. Como él mismo decía, el sentido de su vida era "buscar la verdad y el compromiso que predicó Jesús de Nazaret" y eso fue lo que hizo. No le tocaron tiempos fáciles pero supo afrontarlos siempre con ilusión y con una contagiosa sonrisa.

Los que conocimos a Juan López Sevillano hoy nos sentimos un poco huérfanos. Se nos ha ido un Padre, un Maestro y un Amigo; el Viejo Lobo que nos daba lecciones de vida con su sola presencia. Solo nos queda dar las gracias por haber tenido la suerte de que nuestros caminos se cruzaran con el suyo, de que nuestros rastreos personales fueran a veces en la misma dirección. Dar las gracias a Dios por Juan, y a Juan por hacernos descubrir a Dios en un millón de facetas de la vida.

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