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Abogado

El mundo que viene

Los cambios sociales y empresariales ante los avances tecnológicos

En la última junta general de accionistas de Alphabet (compañía matriz de Google), su presidente ejecutivo, Eric Schmidt, quiso dar a conocer las que, para él, son las tecnologías más disruptivas, que desplazarán en un corto espacio de tiempo a las que actualmente empleamos y nos introducirán en un mundo nuevo. La realidad virtual y la realidad aumentada, la inteligencia artificial, la comida artificial, la impresión en 3-D, los coches autónomos... serán tecnologías, según Schmidt, que nos invadirán en los próximos años y cambiaran el mundo tal y como lo conocemos hoy.

De hecho, las empresas más innovadoras, entre ellas la propia Google, ya están desarrollando esas nuevas tecnologías, para ofrecerlas al gran público en los venideros años.

Facebook compró Oculus, empresa de desarrollo de realidad virtual, porque Mark Zuckerberg está convencido de que Facebook se debe de adaptar a esta nueva tecnología que nos permitirá tener presencia virtual a través de nuestros avatares, que podrán actuar sin límites espaciales, lo que sin duda creará nuevas oportunidades en el mundo laboral. Habrá asistentes, entrenadores personales, médicos o abogados que nos ayuden o asesoren; no presencialmente sino a través de sus hologramas o avatares.

No pensemos que todo esto es ciencia ficción porque el cambio ya está en marcha. Hace escasa semanas una entidad bancaria, la que más mercado minorista tiene en la región, ha emprendido un proceso de renovación tecnológica, iniciado como modelo piloto, en Avilés, con cierre de múltiples oficinas y transformación de otras en oficinas sin personal, con renovación total de cajeros y equipos que permiten a los clientes operar desde las zonas de autoservicio de las oficinas a través de una comunicación por vídeo, recibiendo el servicio bancario y realizando las operaciones con un agente remoto, con el que se puede preguntar y consultar.

Otras compañías, como Samsung o Google, trabajan en lentillas inteligentes con sensores que detectan el movimiento de los ojos y los párpados para activar funciones como hacer una foto o activar la pantalla de realidad aumentada. El gigante americano también está invirtiendo en nuevas tecnologías médicas, como las nanopartículas magnéticas que buscarán señales de cáncer y otras enfermedades en las células dentro del cuerpo humano. Andrew Conrad, encargado de los proyectos de salud en los laboratorios de Google, afirmó que la tecnología está a poco más de cinco años de poder ser viable y que, actualmente, tienen a más de 100 científicos trabajando en ello.

La impresión 3-D marcará un antes y un después en el mundo de la construcción. El empleo de esta tecnología no sólo abaratará el proceso de construcción sino que lo acelera enormemente, reduciendo la mano de obra.

También la ciencia trata de dar respuesta al crecimiento imparable del género humano y la limitación de los recursos, a través de los alimentos artificiales, carne cultivada en laboratorio o a partir de células madre de vaca o carne impresa en 3-D, capa a capa, a partir de células extraídas del animal en una biopsia.

Todo ello por no hablar de los avances de la robótica, que lleva años perfeccionando los robots para complementar, e incluso sustituir, el trabajo del hombre. Un informe de la Escuela James Martin de la Universidad de Oxford (Reino Unido) señala que un 57% de los puestos de trabajo corre el riesgo de ser automatizado en todo el mundo. El más alto porcentaje se observa en países en desarrollo como Tailandia y Etiopía, que cuentan con una tasa más alta, del 72% y 85%, respectivamente. La propia China cuenta con un 77% de los puestos de trabajo susceptibles de automatización.

Como afirmó recientemente Roberto Romero, fundador y Director de Tecnología de Future Lighthouse, "aunque parezca más propio de la ciencia ficción, todo está más cerca de lo que creemos, de lo que nuestra mente, tal vez, pueda asimilar. Hemos llegado a un punto del progreso en el que una sola generación vive multitud de avances que cambian el mundo. Esto nunca ha pasado antes en la historia y el desarrollo e innovación son exponenciales". Estas nuevas tecnologías, cambiarán el proceso productivo industrial, la construcción, las relaciones sociales, la prestación de los servicios, la medicina, los seguros etcétera. Y todos esos cambios, que serán profundos, exigen una respuesta política, jurídica y ética.

Una respuesta política exigiría una inversión decidida en educación, para preparar a las generaciones futuras en el desempeño de tareas con valor añadido no susceptibles de ser automatizadas.

Por otra parte, resulta evidente que no se puede dejar al albur de su propia suerte a la mano de obra, sin cualificación ni capacidad de ser reciclada, que va a ser prescindible.

En este sentido, resulta muy interesante la reciente presentación en el Parlamento Europeo de una propuesta de Estatuto jurídico de las "personas electrónicas", que plantea dotar a los robots de ciertos derechos y determinadas obligaciones, como el pago de la seguridad social, para poder mantener las pensiones de los trabajadores cuyos puestos amorticen. Esto que parece una tontería, desde luego no lo es, porque el problema está ahí y debemos abordarlo. Quizás sea más tonto pretender el retorno de regulaciones jurídicas de un mercado laboral ya extinto.

Desde luego, parece más inteligente intentar analizar cómo se puede y se debe proteger a las personas "humanas" (hasta ahora un término redundante, pero que ya no lo será) como consecuencia de la irrupción de esas nuevas tecnologías y, por otra parte, el planteamiento puede igualmente a ayudar a paliar el problema que plantea el envejecimiento de la población.

También la ética tendrá su espacio para pronunciarse estableciendo límites al desarrollo tecnológico en beneficio y protección de la humanidad, ante el riesgo -ya anunciado por algunos eminentes científicos, como el propio Stephen Hawking- que representa el desarrollo de sistemas de Inteligencia Artificial. Hawking aventura que las computadoras superarán completamente a los humanos en menos de 100 años y que cuando eso suceda deberemos estar seguros que las computadoras tendrán metas en común con las nuestra, pues nuestro futuro dependerá del creciente poder de la tecnología y de la sabiduría con la que la usemos.

El tema ya lo predijo hace años Asimov, que estableció, las tres leyes de la robótica, que la mayoría de los robots de sus novelas y cuentos están diseñados para cumplir.

1. Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.

2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª Ley.

3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley.

Sería interesante que los partidos políticos fuesen planteando soluciones a estos problemas que más pronto que tarde serán de actualidad. Pero claro, ello exige salir de la mirada cortoplacista y la mayoría de las veces mezquina a que nos tienen acostumbrados.

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