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Vita brevis

De entrada, no

La ceremonia para la formación de Gobierno

La ceremonia de formar Gobierno está resultando soberanamente cansina. Las declaraciones, explicaciones y sesudos análisis de los políticos, periodistas y tertulianos aburren hasta a las piedras. Es que cada uno de ellos repite exactamente lo mismo cada vez que abre la boca, reproduciendo literalmente y sin la más mínima variación las palabras del cabecilla del partido que corresponda. No se cambia ni una coma. Ni siquiera hay un atisbo de imaginación para decir lo mismo con otras palabras. Siendo benevolentes podría achacarse a la galbana de los calores estivales que dejan secos los cerebros.

Una de las frases hechas que machaconamente se reiteran es que ahora la pelota está sobre el tejado del PSOE, que no debe confundirse con "La gata sobre el tejado de zinc", que es la habitual traducción española de una obra de teatro de Tenessee Williams que, en realidad y en inglés, se titula "Gata sobre un tejado de estaño caliente". No sabemos si el tejado socialista es de zinc o de estaño caliente, pero los habladores dicen que es ahí donde está la pelota y que, por eso, debe ser responsable, tener sentido de Estado y no obstruir la formación de Gobierno. Vamos, que tienen que abstenerse en la investidura gallega de Rajoy, o no, pero que, al menos, a unos cuantos diputados socialistas les dé un súbito y colectivo ataque mingitorio en el momento de la votación, que siempre sería comprensible porque ya se sabe cómo es eso de la próstata que obliga a frecuentes retraimientos, sobre todo a determinadas edades.

Naturalmente que esas opiniones tienen su réplica. No es no, que es una tautología, como aquella explicación bíblica y solemne que Yahvé dio a Moisés ante la zarza ardiente: "Yo soy el que soy". ¡Toma ya! Entendido, porque está más claro que el agua. Es como el acertijo infantil: ¿De qué color es el caballo blanco de Santiago? Blanco. ¡Bien!

Claro que ese no te "ajunto" de Sánchez tiene grandes justificaciones añadidas en los cuatro años pasados de gobernación popular, que aplicó el rodillo, como para extender la masa de las empanadillas, y que desmanteló el Estado benefactor, con lo fea y ordinaria que queda una mesa sin mantel. Además, ¡qué leches! Ellos son la oposición, la alternativa y la izquierda, la zurda y la siniestra. Así que no van a apoyar a las derechas -¡lagarto, lagarto!-, porque sus militantes y votantes no lo entenderían. Como si esto fuera un problema.

Uno, que ya tiene cierta edad, se acuerda de cuando el PSOE del encumbrado Felipe González se oponía, vestido con la cazadora de los mítines, al ingreso de España en la Alianza Atlántica, con lo que ganó sobradamente las elecciones en el año 1982. El lema era: "OTAN, de entrada no". Prometió un referéndum, pero el que organizó fue para que se votara que de salida menos. Así que el personal mayoritariamente apoyó la permanencia de España en esa organización militar.

Ya ven como un no de entrada puede mudarse a un no de salida, que las tragaderas de los seguidores de los partidos son muy anchas. Como para no serlo, si una gran parte de ellos son imbéciles, en su sentido etimológico, pues carecen de otro bastón y sustento que el que les proporciona el partido del que comen. Otros son mentecatos, de modo que da igual lo que ordenen las alturas porque tienen la mente cautiva. El problema viene de aquellos que puedan convertirse en idiotas, etimológicamente hablando, que los que se desentiendan de la cosa pública pueden llegar a ser la mayoría, sobremanera si se celebran las terceras elecciones el día de Navidad. No parece que sean muchos los que vayan a votar con el turrón en la boca. De entrada no.

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