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Doctor en Filosofía

Desde 1906, fiestas en Calavero

Unos apuntes históricos con motivo del 110.º aniversario de la edificación de la capilla del Cristo del Socorro

Este primer fin de semana de septiembre se celebran las fiestas en honor al Cristo del Socorro en Calavero, capilla perteneciente a la parroquia de San Julián de Illas y al mismo concejo. El dato acaso no tendría más relevancia que la relativa a la fiesta de esta aldea como tantas de Asturias en periodo estival. Empero, la fiesta de este fin de semana, así como la celebración religiosa del domingo día 4, a las 13.00 horas, cobra un relieve histórico importante dado que se trata del 110º. aniversario de la bendición de esta capilla y del inicio, propiamente dicho, de la fiesta al Cristo del Socorro.

Efectivamente, la erección de esta capilla en el lugar llamado La Genestosa, se debe a doña Agapita González Llanos, quien el 2 de julio de 1906 presentó ante el Obispado instancia solicitando la construcción de una capilla en Calavero contribuyendo con un depósito de 500 pesetas de antaño. La resolución del órgano eclesiástico de 23 de julio de ese año concedía licencia para la construcción y bendición de la mentada capilla. El verano de aquel año debió ser francamente vertiginoso en las obras, dado que la bendición de la capilla se produjo el domingo 2 de septiembre de ese 1906, iniciándose así las fiestas del Cristo del Socorro que hoy continúan.

La capilla crecería en importancia ya que en 1947 se erige en ella el Santo Vía Crucis gracias al Padre franciscano Juan Louro García; y ya en 1958 de la mano del arzobispo de Oviedo Monseñor Lauzurica a la capilla le será concedida licencia eclesiástica y diocesana para tener reserva del Santísimo, algo poco usual en las capillas, y que se produce gracias al empeño de los nativos de Calavero, quienes se comprometen fehacientemente ante la autoridad eclesiástica a custodiar, vigilar y velar el sagrario.

Sin embargo conviene aclarar que la aldea illense de Calavero no perteneció siempre a la parroquia de San Julián de Illas como ocurre en la actualidad. La fuente histórica revela que es cierto que los datos iniciales vinculan a dicha aldea con la parroquia que hoy se alza en La Callezuela, pero más tarde dicho pueblo quedó agregado a la parroquia de San Jorge de La Peral por un criterio puramente geográfico que se traduce en la mayor cercanía de Calavero a La Peral que a la actual capital illense, exactamente 480 metros, tal como revela el Archivo Parroquial de San Julián en un documento de 1894, es decir apenas medio kilómetro. Por esta distancia Calavero fue anexada en su momento a la parroquia de La Peral.

Pero ese medio kilómetro menos hasta La Peral resultó oneroso para los vecinos de Calavero, ya que como reza en un certificado del Secretario de Cámara del Obispado de Oviedo "los vecinos de Calavero encuentran graves e insuperables dificultades para cumplir con sus deberes religiosos en La Peral por los malos caminos que desde Calavero a ella conducen, especialmente con lluvia y nieves, así como por lo accidentado del terreno y porque esos caminos son cruzados por tres arroyos que se convierten en ríos caudalosos".

Claramente la orografía de entonces dificultaba a los vecinos de Calavero el cumplimiento religioso y además, en ese 1894, no había capilla en dicha aldea. Será por estas razones por las que el citado Secretario de Cámara, Don Manuel Suárez García, en un decreto episcopal de 4 de agosto de 1894 dado en Somió deje constancia de la plena justificación de la separación de los vecinos de Calavero de la parroquia de La Peral y de la reincorporación a la de Illas, a la que habían pertenecido, y así el documento es contundente: "Por todo ello, declaramos a los vecinos de Calavero libres y exentos de la jurisdicción del párroco de La Peral, quedando sujetos a la del párroco de Illas".

Parece, por todo ello, que se puede concluir que en ese espacio de 12 años -los que van de 1894 a 1906- la fe, la devoción, la piedad popular de aquellas gentes fue el motor que les llevó a erigir en su espacio una capilla que les permitiera compartir en un mismo lugar arquitectónico su credo religioso. Con razón dice el refrán que "la fe mueve montañas", montañas de las que acaso se extirparon las venerables piedras que conforman la actual capilla del Santo Cristo del Socorro de Calavero. Enhorabuena a aquellos vecinos, a aquella fiel doña Agapita, y a los de hoy, 110 años después, por mantener la tradición que es deseable continúe.

¡Feliz fiesta a todos!

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