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Pedro, sé fuerte

Análisis del fallido debate de investidura y del panorama político

Prisioneros de nuestro capitán en funciones, antes incluso de que acabara agosto volvieron a torturarnos con otro discurso de investidura. Un discurso gris, triste y frío sobre las bondades de ese matrimonio de circunstancias entre Rivera y Rajoy. No sé ustedes pero yo quité la voz al televisor y procuré disfrutar del cine mudo. Tuve que hacerlo porque no podía soportar la pesadez de un modelo retórico que consiste en repetir la misma cosa tres veces. La primera para el español medio, la segunda para el español tonto y la tercera para los que somos tontos de remate ya que ni a la de tres entendemos nada.

Cuesta entender que Mariano siga empeñado en que lo hagan Presidente por aclamación. Que insista en que navega mejor que nadie por el mar de la crisis y la corrupción. Por ese abismo que describe masticando las palabras y haciendo unos gestos que solo hay que fijarse en el rictus para imaginar dónde pudo haber guardado la lengua antes del discurso.

Intenté no pensar en ello. Volví a poner el audio para escuchar los discursos de réplica pero tuve que volver a quitarlo. Nadie, ni uno solo de los que hablaron, dijo algo interesante. Todos se afanaron en disculparse.

Vino a ser lo de siempre. Unos hicieron de su lengua una alfombra, otros la agitaron para parecer ofendidos, algunos la usaron para dar lametazos y los nacionalistas para preguntar por lo suyo. Cada cual, con mejor o peor fortuna, intentó parecerse al fallecido Antonio Ozores, aquel actor que tenía como mérito hablar de forma que nadie entendiera una palabra.

Hay quien dice que en eso consiste la política. Que lo políticamente correcto es no llamar a las cosas por su nombre ni decir lo que se piensa. Quienes eso afirman suelen poner como ejemplo que pensamos negro y decimos de color.

Ya lo dejó escrito Quevedo: "Por hipocresía llaman al negro moreno; trato a la usura; a la putería casa y al barbero sastre de barbas". Lo dijo hace siglos y no voy a decir que estamos igual porque faltaría a la verdad. Estamos peor. Ya no se trata de cuatro eufemismos sino de que los políticos hablan para ellos y nadie más. La esencia de los discursos ha sido eso. O yo, o el caos.

Con todo, el problema, al parecer, es que unos descerebrados se oponen a que gobierne el Presidente de un partido acusado de corrupción y financiación ilegal. Una irresponsabilidad que perjudica nuestra economía e intranquiliza a los mercados. De modo que la mayoría de los periódicos y los medios de comunicación no han dudado en señalar al culpable, puesto que está causando un perjuicio de consecuencias impredecibles, sobre todo, a los jubilados y las personas humildes.

El culpable, dicen que es Pedro Sánchez. Pedro fue culpable cuando era candidato y vuelve a ser culpable cuando el candidato es Rajoy. Aún así, por muy culpable que sea, creo que merecerá el mismo trato que Mariano le dispensó a Luis. Un mensaje que diga: Pedro, sé fuerte. Hacemos lo que podemos.

Poco podemos hacer los que pensamos que cualquiera mejor que Rajoy. Lo único esperar y, si llega el caso, votar en navidades. Al fin y al cabo es el vecino el que elige al presidente y es el presidente el que convoca por tercera vez al vecino para que elija al presidente.

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