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Vita brevis

La fiesta del sacrificio

El día de la Pascua musulmana, sus ritos y el significado de los mismos

Más de tres millones de personas ya han recitado: "Labaika Alahuma labaik". Esta oración la pronuncian en varias ocasiones los peregrinos: "Heme aquí, ¡oh Dios! Heme aquí". La primera vez que lo recitan es al poco de poner pie dentro de los límites del terreno pedregoso y sagrado que rodea a la Casa de Dios, la Prohibida. Nadie que no sea musulmán puede pisar La Meca. Este año los creyentes ya están allí para seguir los rituales de la peregrinación, que es una de las obligaciones que deben cumplir al menos una vez en la vida, siempre que estén en condiciones de salud para hacer el viaje y, naturalmente, si cuentan con la suficiente pasta, porque la cosa sale por un ojo de la cara.

Se puede ir de romería a La Meca en cualquier día del año, que es una vacación religiosa que se considera muy meritoria. Pero cuando es obligatorio hacerlo es en unos días determinados del último mes del calendario musulmán, que es lunar y, por ello, varía a lo largo de un ciclo de unos treinta años. En esos pocos días se arremolinan ingentes muchedumbres de los más diversos países, razas y lenguas. Todos visten un idéntico atuendo blanco, que consiste en una sábana sin costuras anudada a la cintura y otra que se echa por los hombros. Con esos ropajes ligeros dan siete vueltas al cubo y recorren siete veces el trayecto entre las colinas Safa y Marwa, que ahora está primorosamente pavimentado y cubierto, y se trasladan a Mina para pernoctar en tiendas de campaña, que están a cuatro kilómetros, pero que se pueden hacer en metro. Luego se desplazan al valle de Arafa, donde pasan un día entero hasta la puesta del sol, para pasar la noche en Mufdalifa. Finalizan el peregrinaje recogiendo unos guijarros, que lanzan contra unas columnas que simbolizan el diablo, y retornan a Mina, donde cada uno de ellos sacrifica un cordero o, mejor dicho, paga a un matarife para que lo haga, porque con las multitudes que se congregan allí sería imposible hacer personalmente semejante hecatombe.

El día final de la peregrinación se celebra como la gran pascua por todos los musulmanes del mundo. Es la Fiesta del Sacrificio, que en algunos lugares se conoce como la Fiesta del Cordero, porque es obligatorio degollar uno que se come en familia, salvo una tercera parte que debe darse a vecinos pobres, sean o no sarracenos. Se conmemora con ello el sacrificio de Abrahán, que en la azora "Los ordenados en filas" del Corán se relata así:

"Hijo mío, en sueños he visto que te sacrificaba; medita que te parece esto. Respondió: Padre mío, haz lo que se te manda; si Dios quiere me encontrarás entre los pacientes. Cuando ambos se hubieron sometido y le hubo derribado con la frente en el suelo, le gritamos: Abrahán, has creído en la visión; así recompensamos a los benefactores. Esto es en verdad una prueba evidente. Le rescatamos con una magnifica ofrenda. Y dejamos su memoria para la posteridad. Paz a Abrahán."

Estas palabras, escritas en el peculiar estilo coránico, tan poético y oscuro, se interpretan como un mandato para que todas las generaciones recuerden la fidelidad del gran monoteísta Abrahán y sacrifiquen un cordero, como él hizo en sustitución de su hijo. En cumplimiento de esta disposición se celebra la gran degollina de reses, que generalmente son ovinas, pero que para algunos es costumbre hacerlo con otros rumiantes domésticos más abundantes en el lugar, como cabritos, toros, búfalos o camellos.

En la matanza suele participar toda la familia, como antiguamente se hacía aquí con los gorrinos en el Sanmartín. Se compra el bicho y se le dispone para que la operación resulte cómoda y rápida, al grito de "Alahu ákbar", como hacen con otras escabechinas y que realmente significa "Dios es más grande". Se le corta seguidamente el pescuezo con un corte certero, que de ahí les debe venir la habilidad con que algunos lo hacen también con los infieles, y se le desangra totalmente. Luego se despelleja, se eviscera y se trocea minuciosamente, separando una tercera parte para llevarla discretamente a los vecinos necesitados que se conozcan. Finalmente se guisa según las recetas tradicionales y las variaciones propias de cada cual, y se come en familia, siendo muy recomendable hacerlo cogiendo los trozos con una pinza formada por los dedos pulgar, índice y corazón de la mano derecha, siguiendo la costumbre del Profeta, que la paz sea con él.

A las puertas de la pascua, feliz Fiesta del Sacrificio, pero del cordero.

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