"La Monstrua" ha tenido un verano de mucho trajín. La popular escultura de bronce obra del artista moscón-avilesino Favila que representa a Eugenia Martínez Vallejo, una niña enferma y deforme que formó parte de la corte de bufones, enanos y tarados tan del gusto del rey Carlos II, "posó" para miles de vídeos y fotografías que los turistas no dudan en hacerse con la estrambótica efigie cuando la topan durante sus andanzas por el barrio de Sabugo, que es donde se ubica el conjunto escultórico.

Sobada por los visitantes, achicharrada por el sol que le dio duro este verano y con algún lamparón blanquecino en sus ropajes fruto de la visita poco amigable de perros, palomas y gaviotas, "La Monstrua" hubiera agradecido, en caso de poder hablar, el refrescante baño que le proporcionó este viernes un empleado del servicio de mantenimiento de parques y jardines.

El riego matinal de la zona verde donde se erige "La Monstrua" deparó la curiosa escena: casi como si de una pieza de la vida doméstica se tratase, varios chorros de agua, como los de la ducha del baño, mojaron la estatua, le quitaron el polvo acumulado y la dejaron impoluta para una nueva jornada de exhibición ante propios y extraños.

La escultura avilesina de "La Monstrua" está basada en uno de los cuadros realizados por el pintor de cámara avilesino Juan Carreño Miranda en el siglo XVII que se encuentra expuesto en el Museo del Prado. Su potencia icónico es tal que, además de ser uno de los rincones predilectos de los turistas para retratarse, ha inspirado diversas intervenciones artísticas en la ciudad en los últimos años.

Por cierto, que los aspersores del riego debieron quedar mal cerrados tras la "duchita" y del jardincillo anejo a la escultura manan desde el día de marras hilillos de agua que anegan la calle colindante de Carreño Miranda. Los usuarios del vial agradecen el fresquito que proporciona la fuga acuífera, pero el despilfarro de agua es evidente.