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Escritor

El maquinista y la máquina de la verdad

La criminalización del trabajador de Renfe que ejerció un derecho laboral

Hace poco apareció en varios periódicos una noticia que me llamó la atención: "Un maquinista abandona el tren en Osorno y deja tirados a ciento nueve pasajeros". Ese era el titular pero, si seguíamos leyendo, descubríamos que el culpable de la faena no era el conductor del tren sino el responsable de personal de la Red Nacional de Ferrocarriles Españoles, que no había previsto que el maquinista rebasaría su jornada laboral en esa estación. De modo que cuesta entender que la noticia apareciera en esos términos. Solo se me ocurre que tal vez haya que interpretarlo como que no alcanzaría a ser noticia que Renfe deje tirados a ciento nueve pasajeros. A lo mejor, en las facultades de Periodismo siguen poniendo el ejemplo de que no es noticia que un perro muerda a un hombre, sino que sea éste el que muerda al perro. Esa puede ser la razón, no se me ocurre otra.

Si el asunto va por ahí significaría que solo se considera noticia el mundo al revés. Si alguien le echa valor para que las cosas sean como tienen que ser, se silencia o se tergiversa la acción. La verdadera noticia era que un trabajador no había sucumbido a las presiones de sus jefes y había actuado de forma responsable y conforme a la ley. Es decir, que lejos de dejar tirados a los pasajeros lo que había hecho era protegerlos aun a riesgo de que lo pusieran en el disparadero, como, al final, sucedió.

El tratamiento que algunos medios dieron al suceso fue, ciertamente, escandaloso, pero responde a la abulia de una sociedad que, todavía, no ha tomado conciencia de que la democracia se acaba a las puertas de la empresa. Las órdenes del empresario tienen la presunción de que son legítimas. Es decir, que hasta que se demuestre lo contrario, la orden debe cumplirse. El trabajador, ante una orden que considera injusta o contraria a derecho tiene, primero, que cumplirla y luego reclamar, para que un juez diga si era correcta o no. Solo en casos donde exista un riesgo grave e inminente la legislación hace posible que el trabajador deje de realizar su trabajo. Pero lo que parece una medida de protección acaba siendo meterse en un lío. ¿Cómo y quién determina que el trabajador corre un riesgo grave e inminente? Es el propio trabajador el que tiene que valorar la situación, exponiéndose a que, luego, un juez considere que el riesgo no era tan grave ni se demostró que fuera inminente porque, a lo mejor, no pasó nada.

¿Era un riesgo grave que el maquinista prolongara su jornada? ¿Corrían, él mismo y los pasajeros, el riesgo inminente de un accidente ferroviario? Si hubiera continuado el viaje y no hubiera pasado nada, todos tan contentos. Pero si surgiera un accidente sería considerado culpable ya que realizaba su trabajo sabiendo que había superado el límite legal del horario establecido.

Lo que sucedió, que el maquinista se negara a exponer a los pasajeros a un posible accidente, tal vez no sea noticia. El responsable de un medio es quien decide si lo ocurrido tiene relevancia y debe ser conocido por la sociedad. Es un poder casi mágico, pero esa magia no debe emplearse para tergiversar los hechos y construir un llamativo titular. Además de faltar a la verdad, puede hacer mucho daño.

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