La exposición sobre las peripecias de Don Quijote de la Mancha que está a punto de echar el cierre en el palacio de Valdecarzana ya es una de las revelaciones artísticas del año en la ciudad. A través de imágenes y didácticas representaciones teatrales, sin instalaciones grandiosas ni artefactos sofisticados, la muestra y el resto de actividades paralelas dedicadas al hidalgo manchego y compañía han captado a vecinos, foráneos, niños y mayores; algo complicado hasta para los guionistas de Disney. Quizá la clave de este éxito está en que los responsables de las jornadas se han dejado llevar por el lenguaje cervantino, capaz de cautivar a doctos y legos al mismo tiempo porque combina las cuestiones mundanas con las elevadas. Todo un acierto que da la razón a los que opinan que para triunfar en la oferta cultural de masas no hace falta darle muchas vueltas a la cabeza. Que cunda el ejemplo.
