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Escritor

Otoño en Ferraz

La cacería organizada para despachar a Pedro Sánchez, y la modista andaluza que se ofrece a coser los rotos

En otoño comienza la temporada de caza. De modo que lo aconsejable es que si salen de paseo lo hagan por caminos principales y nunca entre la maleza o por sendas donde la vegetación les pueda jugar una mala pasada. Hay que cuidarse de los cazadores y de las cacerías. Ya ven la que organizaron en el PSOE. Superó, incluso, la que le prepararon a Borrell cuando ganó las primarias a Joaquín Almunia.

La cacería de Ferraz fue a lo grande. Y como Pedro Sánchez no alcanza a ser zorro inglés sino que más bien parece un conejo sin suerte, ahí andaba el pobre, huyendo como podía de los que tiraban a matar. Lo tenía mal porque los cazadores, aparte de tirar con bala, disponían de una jauría de perros que para qué les cuento. Los había de todas las razas, incluyendo un perro faldero, cuyo mérito es que siempre aparece en la foto, al lado de una señora gruesa.

El caso es que Pedro alcanzó a refugiarse en la madriguera y parecía que no lo sacarían de allí por más que se desgañitaran esgrimiendo supuestas legitimidades de la cinegética. Total, que la cacería estaba quedando como una mala película de Berlanga. Una película con un argumento muy simple: cuando los militantes eligen al Secretario General se equivocan siempre. Se equivocaron con Borrell y han vuelto a equivocarse con Sánchez.

De modo que todo eso de que hay que dar participación a la militancia está bien si el resultado coincide con lo que piensan quienes se creen depositarios de ese legado intangible que es la pura esencia del partido. Si no es así, al elegido le hacen la vida imposible. Y si, ni con ésas dimite, le organizan una cacería como la de la semana pasada. Poco importa que Sánchez fuera elegido por las bases, actuara de acuerdo con el mandato del Comité Federal y respetara la promesa que el partido hizo a los electores. Lo que esperaban de él no era eso, era que actuara como el Conde de Romanones.

Hace un siglo, Romanones aprobó una medida que veinticuatro horas antes había descartado "para siempre jamás". Y cuando se lo reprocharon dijo sin inmutarse: "Tengan en cuenta que cuando digo jamás, siempre me refiero al momento presente".

Por ahí empezó la cosa. La otra excusa -que quienes son responsables de la crisis del PSOE exigieran que la factura solo la pagara Sánchez- es una felonía que lleva a pensar que nunca antes nos habíamos sentido tan frustrados en relación con las posibilidades de hacer que la política sea algo diferente. Y si a eso unimos la intervención de un periódico que publicó un editorial en el que insultaba y menospreciaba a quién, según su criterio, debería dimitir, el estupor y la desolación alcanzan cotas inimaginables.

Lo sucedido solo se explica porque unos cuantos, en un arrebato, decidieron que mejor un PSOE roto antes que un PSOE más a la izquierda. Y, al final, se salieron con la suya. Era lo previsible. Ahora le ofrecerán el roto a la modista andaluza para que lo cosa. En principio se resistirá un poco y hasta es posible que vierta una lagrimita, pero aceptará encantada porque este jueves pasado ya se ofreció ella para coser la unidad del PSOE y lo que haga falta. Lo malo que ese cosido no creo que resista ni la primera lavadura.

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