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Gibraltar y el "Brexit"

Reflexión sobre el futuro del Peñón, con soberanía siempre en entredicho

La primera ministra británica, Theresa May, ha pasado unas horas en Madrid entrevistándose con Mariano Rajoy en su condición de presidente del Gobierno de España, en funciones, sí, pero presidente, para explicar bajo qué criterios piensa el actual gobierno del Reino Unido negociar el "Brexit", que oficialmente será anunciado a la UE el próximo Marzo de 2017.

La visita, que hay que enmarcarla en el "show road" de la diplomacia británica por todas las capitales de los estados miembros de la UE, ha tenido escaso eco en los medios españoles y británicos. Sí se han alborotado los gibraltareños, insistiendo a la primera ministra en que ponga firmes al Gobierno español y que visite pronto la Roca para demostrar que no habrá cambios en la política de soberanía por muy "Brexit" que piense utilizar José Miguel García Margallo, el ministro de Asuntos Exteriores que pone muy nervioso al gibraltareño Picardo.

No han transcendido los términos del encuentro y posterior almuerzo, más allá de reiterar compromisos de garantizar protección a los residentes respectivos. Más de 400.000 británicos, principalmente jubilados, se benefician de la sanidad pública española y son alrededor de 200.000 -trabajadores, profesionales y estudiantes- los españoles que están en el Reino Unido y que se mantendrán las estrechas relaciones en economía, cultura y defensa, pero es obvio que tuvieron que hablar del Peñón y si no se han dado mayores explicaciones habrá que deducir que responde a un consenso de las partes. El encuentro estaba en función de una cuestión comunitaria, mientras el contencioso sobre Gibraltar es de carácter bilateral. También puede ser que tanto Mariano Rajoy como Theresa May se hayan concedido un tiempo de respiro en el barullo político en el que ambos andan envueltos, uno a la espera de una confusa investidura y rodeado su partido por graves acusaciones, y la primera ministra en la cuerda floja por un rebelde Parlamento, junto a la amenaza de un nuevo referéndum escocés.

Muchas veces se ha dicho que la mejor y más efectiva diplomacia del mundo es la británica, solo comparable a la vaticana. Sea o no acertada tal estimación, sí se puede añadir que, en comparación con la española, gana por goleada. Desde aquel desafortunado, para España, Tratado de Utrecht que en nombre de Felipe V firmaron sus embajadores, el duque de Osuna y el marqués de Monteleón, ha habido diferentes intentos bélicos y diplomáticos para poner fin a la ocupación del Peñón. La superioridad de la armada inglesa y la torpeza en alianzas frustraron las oportunidades.

No es ocasión de recordar tristes episodios de nuestra historia sobre Gibraltar, aunque sí cabría recordar a algunos incultos "buenistas" que gobiernos de todos los signos han coincidido en el empeño. En la I República lo intentaron Figueras, Pi Margall, Salmerón y Castelar. En la II República Alcalá Zamora y Azaña. Los dictadores Miguel Primo de Rivera y especialmente Franco.

Refiriéndonos a tiempos más recientes, es evidente que la diplomacia española, hasta ahora, no ha conseguido enmendar aquel atropello histórico. Ensayó cerrar la verja en 1969, para abrirla en 1985 al confiar Felipe González que el nuevo talante democrático de España facilitaría la solución, pero solamente sirvió para dar facilidades a los gibraltareños en perjuicio español. En 2006 el Gobierno de Rodríguez Zapatero estableció el Foro de Diálogo de Gibraltar con "espléndidos" resultados , tales como la foto de Moratinos en la Roca y el hostigamiento a los pescadores españoles.

Es evidente que la política de gestos, halagos y milongas no ha dado ningún resultado, antes bien Gibraltar se ha consolidado a costa de España. Reconducir la situación pasa por aplicar todos los instrumentos legales que incidan fiscalmente en las 30.000 empresas domiciliadas en el Peñón y también en los 6.000 "llanitos" que tienen doble domicilio en la Costa del Sol y en Gibraltar. Así mismo sería oportuno regular los accesos a la Roca. Resulta chocante que España de facilidades para promocionar el turismo gibraltareño.

Si con ocasión del "Brexit" hay otras fórmulas, como las propuestas por García Margallo, basadas en una generosa cosoberanía, habrá que añadirlas a las anteriores y si continúa la tozudez, aplicar los términos del artículo X del Tratado de Utrech que aísla el Peñón. Sobran gestos y falta efectividad.

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