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Corriente alterna

Las Sociedades Económicas de Amigos del País

La importancia social de unas organizaciones al servicio del progreso

En el siglo XVIII, llamado "de las luces", surge por toda Europa un movimiento asociacionista que agrupa a personas preocupadas por el desarrollo de las ciencias y de las artes, sobre todo de aquellas que son de evidente utilidad pública. Las más importantes fueron la de Bretaña, París, Berna y la de Dublín que pronto se importaron a nuestra patria a través de las recomendaciones del Conde de Campomanes y de otro prohombre, el Conde de Peñaflorida, a los cuales pronto se adhirieron otros como Jovellanos, el Conde de Aranda o el de Floridablanca, todos ellos y algunos más, bajo el impulso e interés del rey Carlos III.

Estas asociaciones o tertulias, reunían a gentes de todo tipo y condición, si bien estaban sumamente influidas y dirigidas por personas ilustradas que tenían la preocupación del progreso científico y cultural de sus comunidades. Así las asociaciones efectuaban reuniones diarias en las que se discutía de filosofía, de literatura o de ciencias naturales y tenían una estructura prácticamente igual a la de una Academia. Sin embargo, al lado de estas academias e incluso patrocinadas por ellas, surgieron pronto otras sociedades más preocupadas por la utilidad científica que por las disquisiciones doctrinales. El cultivo de las tierras, el comercio, la incipiente industria y el desarrollo de la riqueza, son las preocupaciones que guían toda su actividad.

Así pues, Campomanes se inspira en el extranjero para fundar estas Sociedades Económicas que agruparían a una minoría selecta de la nación, a las personas de buena voluntad, y a cuantos deseosos de fomentar el bien público se asociaran, sin importar a que clase social pertenecieran.

No es nuestro propósito de hoy el hacer una larga descripción de lo que significaron las Sociedades Económicas de Amigos del País. Algunas, como la Vascongada, la Matritense, la Canaria, la Pacense o la Jienense y otras, aún vigentes en la actualidad, son testimonio vivo de la pujanza con que impulsaron las artes y las ciencias, el comercio, la agricultura y la industria, así como de la importancia que tuvieron en el desarrollo general socio-político de la España de los siglos XVIII y XIX.

Es cierto que en los tiempos de su fundación las labores que asumieron las sociedades económicas fueron complementarias de las que desarrollaban los poderes públicos. El Estado era una entidad de mucho menor peso entonces de lo que lo es en el día de hoy y, por ello, necesitaba de la colaboración ciudadana e incluso del impulso vivificador que esta le brindaba. En la actualidad, sin embargo, el gigantesco desarrollo de la máquina estatal y política deja poco espacio a la iniciativa privada. Pero queda el espíritu de aquel ánimo generoso que no se apagará jamás, porque el deseo de progreso, la animación de cualquier movimiento ciudadano que propicie nuevas fuentes de riqueza, la movilización social pacífica y fecunda por iniciativas de mejora y el logro para nuestra comunidad de objetivos que potencien el bienestar y la cultura, son fines que si bien el Estado será quien acabe por cumplirlos, necesita del estímulo de abajo hacia arriba que los ciudadanos le proporcionen.

Nació pues la Sociedad Económica de Amigos del País de Avilés y Comarca, como heredera del espíritu de los ilustrados del XVIII y sus fines, como tal, no pueden ser otros que la concienciación y la unión de todas las asociaciones existentes en un una tarea común de colaboración y de entendimiento.

En ella, tienen cabida cuantas personas de buena voluntad quieran adherirse y, al igual que en los tiempos de su fundación, queremos hacer una llamamiento muy especial a la mujer, sin cuya colaboración y estímulo no se cumplirían los fines a que nos hemos referido.

Si ya en el siglo XVIII las sociedades impulsaban la participación femenina en ellas, puede juzgarse con qué criterio de modernidad nacieron. Este es el mismo que queremos continuar y para ello, para que no se pierda ninguna iniciativa, para que nuestra comarca sea más próspera, más culta, más activa y más concienciada, se fundado (o refundado) esta asociación.

A los ciudadanos de Avilés compete que este espíritu no decaiga y que los fines que nos hemos propuesto se vean secundados por todos y para el beneficio de todos.

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