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Susana no y Pedro tampoco

Reflexión sobre las alternativas que tienen los socialistas para liderar el partido

Huérfanos de liderazgo, algunos socialistas, no sé si pocos o muchos, ven en Susana Díaz la tabla de salvación que necesita el PSOE para recuperar su prestigio y ser, de nuevo, alternativa de gobierno. Otros, no sé cuántos, creen que Pedro Sánchez representa el sentir de las bases y celebran que haya anunciado el inicio de la reconquista. Así están las cosas, a la espera de que la Gestora decida convocar el congreso que acabe con la provisionalidad. Las alternativas, en principio, se centran en ellos dos pero, en mi opinión, el PSOE no resolvería su crisis con el liderazgo de Susana Díaz ni tampoco con el Pedro Sánchez.

Susana Díaz está tan invalidada para liderar el PSOE como Pedro Sánchez o cualquiera de los que hayan estado involucrados en la deriva del partido y los últimos acontecimientos. Léase Eduardo Madina, Patxi López u otros de la vieja guardia que pudieran postularse. Aquel partido que fue el PSOE y marcó una época, sería absurdo negarlo, no sirve como modelo para emprender la renovación obligada. Quedó anclado en el pasado y no supo evolucionar a la realidad de otro siglo. No supo renovarse a tiempo y articular un mensaje inteligente, nuevo y cautivador que recogiera las aspiraciones de los damnificados por la crisis y el sentir de la juventud. Creyó que con las siglas bastaba y en cada cita electoral insistió con su mensaje de siempre recalentado en el microondas.

El análisis puede ser este o cualquier otro pero la gestora y el núcleo duro no parece que apuesten por la autocrítica y el cambio de rumbo. Insisten en la soberbia de no reconocer los errores. Vuelven a una forma gestionar el partido que ha quedado obsoleta. Es más, si la referencia, para el nuevo PSOE, es el modelo andaluz sería la puntilla definitiva. Significaría volver al PSOE de los años noventa, reforzado por el españolismo cutre y cañí de los que piensan que España es Andalucía y el clientelismo y el caciquismo opciones de futuro para un partido que quiere recuperar su sitio en la izquierda y en la sociedad.

Ciertamente, el PSOE, no lo tiene fácil. La socialdemocracia, en todos los países de Europa, se enfrenta al problema de redefinir y encarnar una alternativa, creíble, a las políticas liberales. Ha perdido buena parte de su electorado y no sabe cómo dar respuesta a los cambios sociales, económicos y estratégicos con un discurso propio, alejado del populismo y la ultraizquierda. Un discurso difícil, pues mantener la equidistancia entre la derecha y los que se sitúan más a la izquierda, deja al PSOE, apenas, sin espacio. Sin espacio y sin opciones porque si insiste en que nunca pactará con Podemos será imposible que pueda ser alternativa de gobierno. Si no quiere pactar con Podemos, solo le queda lo que, tampoco, quiere: pactar con la derecha.

El PSOE tendrá que definirse. Es lo que dicen. Dicen que no se trata de buscar un líder, que lo primero es el proyecto político. Eso también, pero el liderazgo supone hacer visibles los planes de futuro y la posibilidad de buscar y movilizar apoyos para llevarlos a la práctica. De modo que la recuperación, o no, del PSOE dependerá, en buena medida, de la persona que pongan al frente. Ellos sabrán pero, en mi modesta opinión, ni Susana Díaz ni Pedro Sánchez serían lo mejor.

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