Leído con detenimiento, el informe de la Intervención municipal sobre Festejos deja, como poco, dos cosas claras. Por un lado, que las cuentas en esta concejalía eran, haciendo honor a su nombre, una juerga. Y, por otro, que no parece que este baile de facturas escondiera beneficios económicos para ningún particular. Dicho esto, es lógico que la oposición haya puesto en entredicho el procedimiento administrativo seguido para realizar pagos en otras áreas municipales y también es razonable que el gobierno local dé todas las explicaciones que estén a su alcance para aportar luz sobre este desaguisado. Unos y otros coinciden al menos en que estamos ante una chapuza con dinero manejado por el Ayuntamiento, aunque difieren a la hora de fijar hasta qué escalón debe llegar la responsabilidad. ¿Se obró a sabiendas o por desconocimiento? Y si fue un fallo, ¿es lo suficientemente grave para forzar la dimisión de una edil? En la respuesta, está la solución.
