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Desde esa orilla

El paso del tiempo y lo poco que hay que contar después de dos años

Han pasado ya dos años y poco que comentarte. Van lentas aquí las cosas, las de casa y las del mundo, lento el cerezo y las parras, los alisos y el manzano, lentas también las noticias y los logros del Gobierno, casi peor que los dejaste. Aquí, qué voy a decirte, no importa más que crecer, ser el primero y el más, cada cual en sus mercados, sin mirar a quién humillas o a quién llevas por delante. No interesan los valores ni el respeto ni el amor. No son útiles los cánones del corazón ni del alma. Tan solo mediocridad a cualquier sitio que vayas, por donde cruces o pases. Mezquindad y estancamiento. Tan solo sirve el afán y la avidez desmedida por miserias materiales.

¿Comprendes? Dudo, nada me es cierto, ni siquiera si es posible que ahora alcances a escucharme. No sé cómo entenderéis la vida desde esa orilla, ni si hay orilla o abismo, vértigo o vacuidad, ni si un más allá. Quién sabe. Tal vez os cierran los ojos para que desconozcáis el tránsito, para que no descubráis el camino de regreso, para que nunca haya vuelta. Quizás nunca volveríais una vez que descansasteis, tan pronto como posáis el peso de la existencia, el dolor de la distancia. Acaso no tengáis nada en común con nuestra carne.

Dos años son muchos días. Muchos días, miles de horas. Y nada con qué recibirte, nada con qué emocionarte. Todo sigue como entonces, como cuando te sentabas, a la sombra del magnolio, a que el tiempo transcurriera, a dejar pasar la tarde. Todo igual de igual que nunca para, al final, igual siempre, siempre a menos. ¡Qué horizonte; qué desastre!

Repito, nada ha cambiado. Nada extraño ni importante. Hace sol todos los días. Está lloviendo muy poco. El otoño entró muy suave. No cayó la hoja apenas. Los bosques brillan preciosos. Y escasa nieve en las cumbres. Dicen que estos días la luna es como nunca de grande, que otra así no volverá en unos cuantos trienios. No me hagas caso, perdona; pero ¿qué hablo y a quién? ¿Por qué me detengo ahora en estas banalidades? ¿Qué pueden interesarte? ¿Veis los muertos la luna? ¿Cómo es el cielo por dentro? ¿Lo que nos parecen nubes son nubes o es vuestra imagen? Bueno, ni espero respuesta ni quisiera importunarte. Descansad, sean eternos y benditos, amigos, padres y madres.

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