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Portavoz de Mavea y miembro de Equo

Polución, industria y empleo

Cómo malvendemos nuestra salud, la de nuestros hijos y la de nuestra tierra

En los últimos años estamos asistiendo, por fin, a una especie de levantamiento popular contra la contaminación. La voz que clamaba en el desierto, del Colectivo Ecologista de Avilés, de la Coordinadora Ecologista y otras asociaciones, por fin empieza a tener respaldo en la sociedad. Es curioso que estábamos muchísimo peor hace unos años, pero el hartazgo llega ahora; bienvenido sea.

Del otro lado, siguen oyéndose voces con los mismos argumentos que sirvieron para tener a la gente callada; vienen a decir aquello de "tú, come y calla" o "ver, oír y callar". Nos dicen: 1) que si la presión aumenta las empresas se van y nos quedamos sin trabajo; 2) que habiendo empresas es normal que haya contaminación; o 3) que las empresas ya invierten mucho, y no pueden más porque pierden competitividad.

Yo creo que ya basta de ese discurso tan anticuado como equivocado. Además, no me gusta el discurso de quien se atreve a llamar "talibanes ambientales" a personas de todo tipo y condición que defienden el derecho constitucional de vivir en un medio ambiente sano. Por eso, intentaré argumentar contra la falacia de esos tres argumentos.

Tal parece como si donde no hay industria (contaminante) no hay empleo. Es evidente que la actividad fabril es una importante fuente de empleo, más o menos directo o indirecto, según el sector del que se trate. Pero no debemos olvidar que hay otros sectores que también crean mucho empleo y no contaminan. También hay que tener en cuenta que en algunos sectores, sobre todo el primario, es precisamente la industrialización de los procesos lo que está haciendo perder empleo y precarizar las condiciones del que queda.

Hay zonas de España y de otros países en las que la industria no tiene tanto peso, y fíjense que también viven. Hay empleos verdes, en el campo de las energías renovables, en la rehabilitación de vivienda, en la gestión de residuos, en agricultura ecológica, en mantenimiento y gestión de espacios naturales, en I+D+I, en construcción y mantenimiento de sistemas de suministro, gestión y depuración de aguas, eficiencia energética... Todo esto lo tenemos en Asturias olvidado (o casi) y supone importantes nichos de empleos limpios y a largo plazo.

Llevo década oyendo eslóganes electorales hablando del cambio y, en realidad, más bien parece que nos da miedo. Hay que apostar por cosas diferentes; seguir haciendo lo mismo, nos lleva siempre a más de lo mismo. Y ¿si hay empresas, tiene que haber contaminación? Parece que lo que se dice es, no solo que tiene que haber contaminación, sino que además no es posible cumplir la normativa vigente, no ya las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. A la pregunta quizá se pueda responder con otra pregunta: ¿qué es que donde hay estas empresas siempre hay mucha contaminación y no se pueden cumplir las condiciones de salubridad del aire?

Hay polos industriales muy importantes en otros lugares, pero que yo sepa, la situación de contaminación que tenemos en la comarca de Avilés, o en otras zonas de Asturias, no se dan en muchos otros lugares de España. Es cierto que hay muchos lugares con niveles altos de contaminación, pero que se deben al tráfico (por ejemplo, Madrid ciudad), centrales térmicas o refinerías.

Según datos del informe del Ministerio de Medio Ambiente sobre calidad del aire de 2015, nos encontramos que para partículas PM10, en 2006 había 29 lugares que superaban los valores legales de media anual. Del 2010 al 2014 solo hubo uno, y ese uno fue la estación de Matadero en Avilés. Si nos fijamos en los valores de SO2 hay unos pocos sitios críticos, entre los cuales se encuentran Avilés y Oviedo; si nos fijamos en NO2 los peores sitios son las grandes zonas metropolitanas (debido al tráfico) y zonas industriales como Avilés, Torrelavega y Sagunto.

Es decir, que no por haber mucha industria hay mucha contaminación; aquí hay una situación objetiva mucho peor. Hay que recordar también que, en Asturias, estamos en el número 1 de incidencia de varios tipos de cáncer, estamos en el primer puesto de morbilidad y tenemos la menor esperanza de vida de los varones de toda España. Así que me temo que igual, del todo igual, no creo que podamos decir que estamos.

3) Y sobre el tercer argumento, ¿de verdad piensan que las empresas no pueden invertir más porque dejan de ser competitivas y se pone en entredicho su viabilidad?

Esto es muy difícil de sostener en un contexto en el que sabemos que Azsa es una firma puntera a nivel mundial y que los beneficios netos anuales declarados recientemente fueron de más de 100 millones de euros. Esta misma empresa declaró un reparto extraordinario de dividendos por valor nada menos que por encima de los 5.300 millones de euros. Según publicó recientemente LA NUEVA ESPAÑA, Arcelor Mittal Europa tuvo un beneficio neto en los tres primeros trimestres de 2016 de más de 1.200 millones. Sus beneficios son enormes, sin embargo las plantillas disminuyen y las condiciones de trabajo empeoran. A la vez, se da la circunstancia de que las condiciones de contaminación en la comarca llevan unos años sin mejorar.

Dicho esto, creo totalmente necesario recordar que hace mucho que el capitalismo y la economía liberal han conseguido que las actividades no tengan como objetivo solucionar los problemas de la gente sino simplemente generar beneficios para una cúpula que posiblemente sea cada vez menos numerosa. El 1% de la población de España acumula la misma riqueza que el 80% siguiente de la población.

Por eso, es absurdo pensar que las empresas van a estar o no en un lugar determinado en función de la presión por los sueldos, la contaminación o cualquier otra cosa que no sea la estrategia para los beneficios. Así que lo que estamos haciendo es malvender nuestra salud, la de nuestros hijos y la de nuestra tierra. Y sí, digo malvender, porque por muy bien que creamos que vivimos, los niveles de morbilidad que alcanzamos con nuestra manera de vivir, y en las malas condiciones en las que lo hacemos, hacen que no tenga otro nombre. Y todavía hay quien no tiene reparo en venderse aún más barato.

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