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Crítica / Cine

Nos habíamos amado tanto

El último trabajo de Joachim Lafosse

La carrera del director belga Joachim Lafosse se caracteriza por su personal visión de las relaciones familiares. Una mirada casi siempre pesimista y definida por los muros que cierran los edificios donde transcurren sus historias, muros que funcionan como metáfora de esos otros muros que construimos entre individuos o entre sociedades. Es la incomunicación, en definitiva, el elemento definitorio de las imágenes de Lafosse... o la incomprensión, si ustedes lo prefieren, algo que ya estaba presente en su anterior trabajo: "Los caballeros blancos" ("Les chevaliers blancs", 2015), una crónica de la distancia existente entre el idealismo paternalista de una ONG bienintencionada y la terrible realidad de una África agonizante.

Esa misma incapacidad de comunicación se repite en el film que nos ocupa. "Después de nosotros" ("L'economie du couple", 2016) nos cuenta la situación a la que debe enfrentarse una pareja que, tras perder en el transcurso del tiempo los rescoldos de la pasión amorosa, debe encarar la confrontación entre el desamor que, como una fuerza centrífuga, les separa y la realidad de una Europa en crisis que les obliga a seguir conviviendo bajo el mismo techo. Esta situación, potencialmente explosiva, podría dar lugar en otras manos a un melodrama desatado de reproches y llantos, convertirse en una invitación para explotar pornográficamente el dolor ajeno, pero el realizador belga hace gala de una frialdad apabullante: con su gelidez, consigue hacer más llaga que la que haría con el reflejo directo de ese suplicio intuido.

La realización del dramatis loci en un único escenario, esto es, la casa que la pareja protagonista se ve obligada a seguir compartiendo, realza la percepción de la cinta casi como un film carcelario. Cierto que nuestros protagonistas no visten pijamas a rayas, ni alimentan a pajaritos desde la estrechez de una ventana enrejada, pero quizá sí que sueñen con cavar túneles que conduzcan a una libertad tan anhelada como inalcanzable. Son, en definitiva, las prisiones del olvido tan alienantes como aquellas otras que llevaban por nombre Alcatraz, Colditz o Carabanchel, son las condenas de un continente tan presuntamente libertario.

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