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Ventanal

Cumplir la Constitución antes de su reforma

La falta de correspondencia entre los deseos de algunos de revisar la Carta Magna y la opinión de la calle

Según la encuesta del CIS, la mayoría de los españoles prefiere el modelo actual (37 por ciento) sin demandar más autogobierno, un 18 por ciento quiere un Estado central sin más autonomías y un 11,2 por ciento menos autogobierno. En resumen, solo piden más poder para las comunidades autónomas el 13 por ciento y un 9 por ciento pide facilitar la independencia de determinados territorios.

A la vista de tales datos no parece que exista una presión social en demanda de revisar a toda prisa nuestra estructura política que nos dimos hace 38 años en aquel 6 de diciembre de 1978 y ratificada en un referéndum por el 67,1 por ciento de los ciudadanos.

Una vez más y respetando la legalidad de cualquier opción política presentada con sujeción a la normativa aprobada democráticamente, nos encontramos con un nuevo capítulo de nuestra inconsciencia política, en el tejer y destejer de nuestra falta de sentido pragmático que nos hace, periódicamente, vivir en el sobresalto y desperdiciar esfuerzos que sirvan para resolver carencias y avanzar socialmente.

Algunos dicen ahora que la Transición y la Constitución se cerraron en falso, incluso dicen que la Carta Magna es fascista, Son los mismos, pertenecen a la misma casta desafortunada de políticos, escritores, poderosos y caciques de todos los cuños que en los dos últimos siglos han boicoteado todos los momentos en los que los españoles pudieron intentar poner en práctica duradera principios de convivencia pacífica,

Los de tal empeño ya están clamando no por reformar los defectos que el uso ha detectado en la Constitución, sino derribar todo lo construido para abrir un "proceso constituyente", empezar de cero, incluyendo el establecimiento de un Estado plurinacional y el referéndum para la independencia.

Pablo Iglesias, en el debate de la Comisión Constitucional, y portavoces de ERC y PDC, la antigua Convergencia, han reiterado que no se cuente con ellos para estudiar y consensuar reformas constitucionales porque ellos van a por otra cosa: la secesión de España. Los del PNV, lo mismo, pero más finamente expresado.

La situación es tan disparatada en este contexto revisionista que los moderados son quienes componen fórmulas federales frente a las apuestas por la separación. Es necesario atemperar el ruido constitucional y recuperar dosis de sentido común y sinceridad, reconociendo que el mayor defecto de la Constitución no es su regulación normativa sino el alto grado de incumplimiento de ella por los mismos llamados a defenderla, y tanta pasividad en corregir desobediencias a sentencias y leyes.

Aceptando que haya motivos para analizar que algunos aspectos de la Constitución deben ser modificados, tal que el Título VIII, se debe partir de que el valor de los mismos proceden del consenso y no valen imposiciones oportunistas. Para reformar hay que tener "textos y votos"; ya lo dijo Alfonso Guerra y lo recordaba la Vicepresidenta.

En la agenda de Mariano Rajoy figuran como prioritarios en el tiempo la aprobación de los presupuestos generales, la respuesta a la Generalidad de Cataluña por sus desafíos y, por último, iniciar la reforma constitucional si hay consenso previo de contenidos.

No existe pulsión social, la mayoría de los ciudadanos se conformarían con un mero cumplimiento de lo que se aprobó hace 38 años.

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