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Saúl Fernández

¿Quién teme vivir en las afueras?

En "¿Quién teme a Virginia Woolf?" son Martha y George los que se enfrentan a Nick y Honey, que es como los anglosajones se dirigen a su pichurri, cariño o lo que sea cuando se ponen íntimos: Honey. Martha y George, en la tragedia canónica de Edward Albee, son profesores universitarios, sabios, pijos. Nick y Honey no, Nick y Honey son todo lo contrario: vulgo dentro del vulgo. Y los contrarios se atraen, aunque sea para contribuir al estallido de una bomba atómica en un salón recogido de una pareja burguesa.

La lucha de clases es el argumento fundamental de la literatura, desde que la literatura es literatura. Ahí está don Quijote -todo listo- explicándole a Sancho -todo popular- cómo es en realidad el mundo, que es el escenario en el que el escudero se mueve como una anaconda. Y si vamos aún más para atrás y nos ponemos a leer a Chrétien de Troyes la cosa sigue igual. "El caballero de la carreta" va del deshonor del caballero que dirige un carro y no un équido (entre otras cosas). O sea, que nada nuevo. Que Albee se inventó una velada y disfrutó enfrentando al vulgo con el pijerío. Y eso estuvo genial. En 1962. En 2014 hizo algo parecido Torben Betts, que es un escritor inglés cuarentañero: se aprendió a Albee y de ese aprendizaje salió "Invencible", cuya versión española inauguró el viernes pasado el primer ciclo del año de teatro en Avilés, la primera función del Palacio Valdés. Aplausos, carcajadas y admiraciones. Maribel Verdú, fantástica. "Invencible", un poco menos.

Vamos por partes. Torben Betts es un señor que se abre camino en la escena británica con cierto aplauso y algún reconocimiento. Empezó siendo actor. Y esta génesis contribuye a la creación de personajes. Conoce lo que hay al otro lado de la cuarta pared. Y también a éste. En marzo de 2014 estrenó en el West End "Invencible". Antes lo había hecho en el circuito alternativo londinense, el "fringe". Cosechó críticas buenas. Pero un mes después fuese y no hubo nada. Menos mal que entre una cosa y otra la actriz Maribel Verdú y el productor Pedro Larrañaga (esposa y esposo en la vida real) cazaron la función. Son ellos los que levantaron el espectáculo a este lado de los Pirineos. Y lo hicieron a lo grande: con estreno incluido en el Arriaga de Bilbao, que es un templo de la escena nacional. Ahora "Invencible" se representará también en Nueva York y en Polonia. España tira de un espectáculo que ejemplifica la lucha de clases. Y el resultado, ya digo, aplausos, carcajadas. ¿Dónde cenamos después del teatro?

Pedro Larrañaga es mucho de este tipo de espectáculos: gran reparto, texto palabrero y un poco de fondo para satisfacer al espectador más exigente. Lo hizo no hace mucho con "El nombre", que se vio también en Avilés, o con "El crédito", una comedia de Jordi Galcerán con Luis Merlo como protagonista predilecto. Las altas comedias en la época de Jacinto Benavente -su antecedente más preclaro- acudían a la anagnórisis (reconocimiento en idioma aristotélico), o sea, de repente este que parecía no sé quién se descubre que nada tiene que ver con el supuesto que manejaba el espectador. Betts y Galcerán explotan este palo y de ese asombro cosechan aplausos. Carcajadas. Los progres somos así de gilipollas, no te olvides.

La función cuenta con la dirección de Daniel Veronese, que es uno de los grandes de la escena a este y al otro lado del Atlántico. "Invencible" no es un hito en su carrera, fijo. Mola, nadie puede decir lo contrario. Los actores se mueven por los raíles del naturalismo y hacen por dar aliento a la costosa traslación a la realidad española de la tragedia escondida en la función (es fundamental que una comedia burguesa cuente con una tragedia escondida). Hablo de las consecuencias de las guerras internacionales (las misiones de paz, que diría José María Aznar). Y es una lástima. Una traslación perfecta hubiera hecho felices a los espectadores felices. La versión cojea por ahí. Mucho, además. Pero para que se note menos están los cuatro actores sobre la escena, que son geniales. Maribel Verdú, roja de manual; Jorge Bosch, izquierdista burgués; Pilar Castro, loba aburrida; Jorge Calvo, hincha con lágrimas retenidas. "Invencible" deja el corazón roto. Vaya.

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