Si hay una política pública del Ayuntamiento de Castrillón que haya tenido continuidad, penetración y consenso ciudadano, que haya recibido reconocimientos y colaborado a la articulación social del municipio, poca gente dudará en citar la acción cultural como una seña de identidad de la que la ciudadanía se siente orgullosa. Pocos municipios de nuestra dimensión en España pueden exhibir una estructura de servicios de proximidad con una respuesta y participación de su vecindario tan continuada como la nuestra. Y menos son los que pueden explicar y defender la coherencia de sus programaciones culturales, guiadas por la profesionalidad, la colaboración y el diálogo con la creación contemporánea.

Y ese trabajo, llevado adelante por un pequeño y comprometido equipo de profesionales tiene a su frente a una persona cuya trayectoria y competencia son reconocidas como un motor esencial del diseño, la puesta en marcha y el seguimiento de esa acción cultural de proximidad. Alguien con quien hemos trabajado y de quien hemos aprendido quienes hemos tenido las responsabilidades de las políticas culturales en el municipio: Jaime Luis Martín. Jaime representa bien a ese grupo de profesionales íntegros que ven en la cultura una energía de cambio social y se ha ganado con su compromiso continuado el reconocimiento de instituciones locales y nacionales, y el respeto y admiración del sector en España. Nuestros servicios culturales son el orgullo de las y los castrillonenses y Jaime es un símbolo de ese orgullo (aunque a su modestia la resulte incómodo aceptarlo). Y en el diálogo necesario entre la política y la gestión, siempre ha sabido estar en su sitio.

Ahora ha llegado a la concejalía una persona que, al parecer, se cree cualificada para subvertir ese diálogo y sustituirlo por el capricho despótico. Sin conocimientos ni competencia demostrada en la materia, parece desear ocuparse personalmente de la política de cultura para agradar a sus amigos y ante cualquier resistencia sensata responde con maneras propias de la más pura dictadura. Y su objetivo a batir es, al parecer, toda la acción cultural inteligente que el equipo encabezado por Jaime lleva a cabo. Ha comenzado una persecución personal que nos recuerda otros tiempos. Esa actitud nos ataca a todos, daña el orgullo ciudadano y es indigna de un representante que se dice progresista.

Sabemos que en todo instrumento de cultura podemos encontrar a la vez un instrumento de barbarie. Y en el caso de nuestro municipio la actitud del concejal de Cultura y, al parecer, la de la Alcaldesa, han elegido los principios de la barbarie para practicar un acoso y pretendido derribo de un profesional íntegro, con un trabajo extraordinario con el que queremos, desde estas líneas, solidarizarnos. Y también pedirle a nuestra Alcaldesa que actúe con energía para devolver el sentido común a su acción de gobierno que, en materia de cultura, se desliza hacia el precipicio de la inepcia si no hacia la violencia de la autocracia.

Este artículo ha sido escrito por Emilio Mariño, María Victoria Fernández, María del Mar Fernández, Francisco Arias, Celina Fernández, Manuela Rodríguez, Aníbal Moro, Angélica González e Iván Patiño, exconcejales de Castrillón.