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Concejal de Somos Avilés

Vuelven los años ochenta

Sobre el aumento de robos en la comarca

Cuando en 2006 estalló el escándalo de las hipotecas subprime, en algunos colectivos ya se temía que lo que venía era algo más serio que una simple "moderación del ritmo de crecimiento". Una mañana discutíamos en el local del sindicato sobre el alcance del crash financiero. Había quien creía que el problema no pasaría las fronteras norteamericanas y había quien imaginaba para el estado español un futuro inmediato de paro, drogas y delincuencia. "Vuelven los 80 pero con más rocanrrol", así resumía un compañero su análisis de perspectivas.

Quien vivió y sufrió la crisis de los 80 recordará que las altas tasas de paro vinieron acompañadas de toneladas de heroína que convirtieron en zombis a un sector de la juventud de los barrios y pueblos obreros. Recordará que surgieron bandas de delincuentes juveniles que se dedicaban a "levantar" bicicletas, coches o material de las obras, "tirar" de bolsos o atracar a punta de navaja. A finales de los 70 y principios de los 80, el cine quinqui llevó a la fama a personajes como "el Pera", "el Vaquilla", "el Pirri", "el Jaro" o "el Torete" y en nuestra ciudad no eran menos conocidos "el Minero", "el Veneno" o "el Pecas".

El pinchazo de la burbuja inmobiliaria trajo de forma muy rápida la destrucción masiva de empleo, los ERE's en las grandes empresas, las reformas laborales para facilitar el despido y finalmente los cierres de cientos de miles de pequeñas empresas. Sin embargo, las tasas de paro cercanas al 30% no trajeron como consecuencia inmediata la delincuencia y la descomposición social, fundamentalmente por la persistencia de un microestado de bienestar que, a pesar de los recortes, proporcionó unas ayudas que en los 80 no existían y por las grasas acumuladas en la fase precedente del ciclo: los ahorros propios o la solidaridad intergeneracional.

Lo peor de la crisis ya pasó dicen y el PIB crece a una ritmo superior al 3 %, el desempleo disminuye y algunos de los recortes más severos se relajan. Sin embargo hay otra realidad, la de quienes siguen sin encontrar trabajo, la de quienes, a pesar de haberlo encontrado, sus salarios no les permiten vivir con dignidad, la de quienes sobreviven embargados por las deudas. Cuando la concentración de riqueza aumenta, las medias cuentan mal cómo vive la gente. En Avilés hay algunos indicadores que son muy preocupantes: el porcentaje de paro se mantiene por encima del 20%, la tasa de abandono escolar sube, rompiendo una tendencia de muchos años, y la gente joven más cualificada se va: en 2016 hemos perdido al 1% de nuestra población.

El tiempo pasa, las grasas se consumen y el microestado de bienestar ya es nanoestado del bienestar. Hay jóvenes que no han vivido conscientemente otra cosa que no sea la crisis. La recuperación da para lo que da, esto no es tráiler, ya es la película de la nueva realidad. Con esto no es de extrañar que aumenten los robos y que probablemente vuelvan algunas de las sombras de los 80. ¿Será "el Gacela" de Miranda el anticipo de algo o se quedará en anécdota? No es de extrañar que lo que aquel sindicalista pensaba hace 10 años se vaya haciendo, al menos en parte, triste realidad. No vuelven los pelos cardados, los sintetizadores y las hombreras, "Durán Durán", "Glutamato Ye-ye" y las baterías electrónicas, eso se podría soportar; lo que vuelve es lo peor, los "perros callejeros" y la estanquera de Vallecas, esa otra "movida" que a la televisión no le gustaba contar pero que también existió.

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