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Concejal de Somos Avilés

El hombre que mató a Liberty Valance

La gran mentira de José Ángel Fernández Villa

"El hombre que mató a Liberty Valance" es una de las mejores películas de vaqueros de la historia del cine. James Stewart interpreta a un joven abogado que llega a Shinbone, una pequeña ciudad del Oeste, dispuesto a defender la ley sin usar la violencia. Lee Marvin es Liberty Valance, el malvado forajido que le hace la vida imposible y John Wayne es el hombre duro pero de buen corazón. El abogado se ve obligado finalmente a un duelo desigual con el asesino Valance pero, contra pronóstico, se resuelve a su favor por la intervención desde la oscuridad y el anonimato de su amigo, el hombre duro pero de buen corazón. El pueblo entonces le aclama como a un héroe y se convierte en "el hombre que mató a Liberty Valance". El joven abogado, no obstante, siente remordimientos por creerse un asesino. Es entonces cuando el hombre duro le cuenta la verdad. El gesto es muy noble, no sólo salva la vida al joven abogado, también le cede el mérito y el respeto de las gentes, incluyendo el de su amada Hallie, que finalmente acabará escogiendo al joven abogado. Éste aprovecha la fama para iniciar una carrera política y llega a ser senador, mientras que el hombre duro vive una vida dura y triste, sin reconocimiento y alejado de la mujer a la que amó, y todo ello, irónicamente, a causa de su buen corazón.

José Ángel Fernández Villa entró joven a trabajar en la mina y le despidieron, como a tantos otros, por hacer sindicalismo. Poco más se puede decir de su contribución a la lucha antifranquista. Sin embargo, gracias a su sentido de la oportunidad, al dominio de la palabra y a su trabajo en la reconstrucción del SOMA, accedió a la ejecutiva del Partido Socialista Obrero Español y a la dirección del propio SOMA en 1979. De delegado en el pozo Candín a diputado en Asturias y senador en Madrid.

No fue Villa, fueron los sacrificios y las luchas de varias generaciones mineras las que fortalecieron al colectivo, las que consiguieron mejorar las condiciones laborales, las que hicieron de las Cuencas un lugar más habitable, las que permitieron la supervivencia del sector frente a la lógica del mercado. Villa y su sindicato supieron estar en el sitio adecuado, tejer redes clientelares y hacer creer que cuanto más fuerte era la casta de las organizaciones obreras más fuerte era la clase obrera.

Las miles de personas que anónimamente se dejaron la vida, la salud, la juventud o las ilusiones en el camino cedieron su protagonismo a personajes como Villa. "Antes de cerrar un pozo pasarán por encima de mi cadáver" dijo, y entonces creyeron que José Ángel era "el hombre que mató a Liberty Valance". Pero los pozos cerraron y también hubo cadáveres, pero ninguno fue el suyo.

No todo el mundo veía a un héroe. Mucha gente en las Cuencas y fuera de ellas denunciaba la complicidad de la burocracia sindical en la liquidación, la mala gestión de los fondos mineros, el chantaje de las prejubilaciones, la mafia carbonera. Mucha gente no necesitó enterarse de la fortuna acumulada por el líder en la regularización fiscal para descubrir al personaje. Sabíamos qué intereses defendía así que no extrañó que cobrase bien la traición. Lo que no sabíamos es que hasta las películas del Oeste las cargaba al sindicato, que cuando vio a John Wayne en el ataúd en el cementerio de Shinbone lo hizo por la gracia de las cuotas de sus afiliados.

En el final de la película de John Ford, después del entierro del hombre duro, el ahora senador y su esposa regresan a Washington en tren, y en un momento dado le pide fuego al revisor. Éste responde que haría cualquier cosa por "el hombre que mató a Liberty Valance". En ese momento se muestra su remordimiento por haber vivido tanto tiempo con esa mentira. ¿Tendrá Villa ese mismo remordimiento?

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