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Ventanal

El PSOE se juega el futuro hoy

La descomposición de la socialdemocracia española y el penoso espectáculo de las primarias socialistas

Si algunos continúan teniendo dudas sobre nuestra consanguinidad europea, que mediten sobre el grado de coincidencia con sus homónimas de la UE, en el declive, o hundimiento, de nuestra socialdemocracia, representada por el PSOE y que en estas últimas horas se debate en una agonía fraticida.

El contagio ha venido por las mismas causas que alejaron de la voluntad popular a los partidos socialistas más emblemáticos de Europa. En Francia, un líder como Valls, metido en campaña, proclamaba que "el socialismo ha muerto". Con el mismo talante se manifestaban los socialistas griegos, los laboristas británicos al borde de la catástrofe, al igual que los holandeses. Mientras, los socialista italianos abordan su penúltimo proceso de reinvención.

El socialismo español está en crisis aguda, según dice Almunia, y Patxi López habla del "suicidio colectivo" con ocasión del debate de las elecciones primarias. También habría que añadir los juicios de quienes dan por segura una escisión en el PSOE como prólogo a una deriva hacia la irrelevancia.

Al PSOE, en los momentos previos a la gran crisis a partir de 2008 le faltó preparación y habilidad gestora para que el bienestar logrado no se desinflase aceleradamente. Se rompió la cohesión social, acosada por el populismo antisistema y las complicidades soberanistas. Su desconexión con la sociedad y la impericia de José Luis Rodríguez Zapatero lo dejaron inane.

A la recomposición del PSOE no contribuye el proceso de elección del secretario general. Militantes, votantes y ciudadanos de a pie han asistido al ejercicio tanto de una descalificación personal a tres bandas, como a una vacua retórica en demanda de unidad. Cuando los contendientes se enfrentan insultándose sin mutuo respeto entre correligionarios, mal se puede esperar que recobren la cordura después de los resultados. Antes bien, la división posterior está cantada y el desguace del PSOE parece, desgraciadamente, inevitable. Al final todo se resume en enfrentamientos personales y la ausencia de proyectos políticos.

Esta lucha de facciones puede repetirse en el congreso previsto para dentro de un mes, en el que se debatirá el nombre que encabezará la candidatura a la presidencia del gobierno. Difícil empeño en un partido en descomposición y con una alta volatilidad de lealtades.

Desde el arco parlamentario se sigue con expectación el resultado de las urnas del momento. Desde Podemos se ha lanzado un órdago sin pólvora para enredar al PSOE más que para inquietar a Mariano Rajoy. Para el PP, las estrategias varían en función de quien cante victoria. Si el elegido es Pedro Sánchez no habría que descartar un golpe de timón incluyendo convocatoria de elecciones generales. Hay general consenso en señalar que Rajoy no está dispuesto a desayunar a diario con el líder que le ha negado el pan y la sal. Repetir el "no es no" tampoco lo aguantaría el país.

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