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Diario de a bordo

La II República: los primeros meses

La indignación vivida en las instituciones avilesinas por las trabas al dragado de La Rechalda y otras inquietudes portuarias

En los meses de Gobierno Provisional en la nación, en la Corporación avilesina se suceden propuestas que intentan solucionar, o al menos paliar, el problema del paro y de la marginación social. Uno de los campos en el que se trabaja es en la enseñanza. En relación con el puerto, los señores Indalecio Balsera e Hipólito Arias, que son también responsables del Pósito de Pescadores, el primero como presidente y el segundo como secretario, acuerdan relanzar el expediente incoado hace años para la creación de una Escuela de Orientación Marítima, proponiendo que el Ayuntamiento sufrague los gastos y atenciones que sean indispensables para su creación. Los concejales, el primero del partido reformista y el segundo del socialista, muestran también su apoyo conjunto a que se asigne una cantidad suficiente de dinero en el presupuesto municipal, a fin de poder hacer la casa-habitación al maestro de escuela del Pósito. El Secretario del mismo, Hipólito Arias, expresa el compromiso con el Ayuntamiento de abonar todos los gastos que origine su sostenimiento.

El proyecto avanza, de manera que el 10 de septiembre se desplaza a Avilés el inspector de Primera Enseñanza de Asturias, Juan Antonio Onieva, con el objetivo de dar de alta el local de la Escuela de Orientación Marítima y Profesional del Pósito, siendo recibido por el Alcalde, David Arias, por el Presidente del Pósito, Indalecio Fernández Balsera, y varias autoridades más. Después de la recepción en las consistoriales, se desplazaron a los locales del Pósito para realizar la visita de inspección de los locales de la escuela, hecho lo cual se levantó el correspondiente acta.

Las personas que habitan en las proximidades del puerto manifiestan también iniciativas para favorecer el desarrollo educativo, como lo demuestra la instancia que formulan los vecinos de San Juan de Nieva, en los límites con el concejo de Gozón, con el fin de solicitar subvención para mantener el maestro particular que imparte clases de primaria a los niños de aquel lugar, cuya mayor parte de habitantes se ubican en territorio pertenecen ya al municipio vecino. La petición la hacen sin embargo, a Avilés, en donde también registran iniciativas para incorporar la totalidad del pueblo, segregándolo de Gozón.

Desde el Ayuntamiento se promueven iniciativas conducentes a aumentar los tráficos portuarios, conscientes de los beneficios que pueden suponer para una ciudad que está en plena crisis económica, con un paro galopante. Las soluciones que se apuntan son variadas. Algunas, como la aportada por el concejal Fernández Olamendi, consisten en solicitar de la Junta de Obras del Puerto la construcción de nuevos tinglados en la dársena de San Juan de Nieva, lo que favorecería la concurrencia y almacenamiento de mercancías. Otras, como las del concejal Indalecio Fernández Balsera, apuntan a una mayor bonificación y facilidades para los tráficos, tal y como hace la Compañía del Norte y la de Ibarra, para los fletes en otros puertos. Hay también diferentes proyectos de obras tramitándose en el puerto; entre ellas se encuentra el expediente de ejecución del dragado de la ría, necesario para facilitar la entrada de embarcaciones de mayor calado y tonelaje.

La Junta de Obras del Puerto, en respuesta a las propuestas que recibe sobre la problemática portuaria, toma iniciativas para la creación de pabellones de recepción de mercancías, como el promovido por Hulleras del Turón, o también destinando a silos de almacenamiento de mercancías, pabellones con poco uso, como un casetón de Asociación Patronal.

Una preocupación constante para la ciudad es la concesión de un cargadero de pólvora en la dársena de San Juan a la Sociedad Industrial Asturiana. El mismo tiene que ver con la actividad extractiva en nuestra provincia que precisa de este material y es desembarcado en el puerto avilesino procedente, fundamentalmente del País Vasco.

En el Ayuntamiento se pone de manifiesto esta preocupación por el manejo de estos materiales tan sensibles y peligrosos, con solicitudes de concejales para que se averigüen las condiciones en que fue realizada la concesión, solicitando se hagan gestiones, incluso ante el Ministerio de Fomento, en orden a lograr revocar la misma debido a la peligrosidad que tal instalación supone. Había una gran sensibilidad en la sociedad avilesina desde la explosión en Santander del "Cabo Machichaco" y sus nefastas consecuencias.

Por otra parte, en la Junta de Obras del Puerto se continúa con el criterio general de que todos los servicios públicos prestados en la dársena de San Juan deben administrarse por ella misma, y así lo expresa el propio Presidente, afirmando que es conveniente que se gestione con la Compañía Popular de Electricidad la organización del cobro directo del alumbrado por parte de la Junta, encargando a una comisión gestionar el asunto.

El escándalo surge en el Pleno Municipal cuando el Alcalde da cuenta de haber recibido una nota de la Junta de Obras del Puerto relacionada con los informes desfavorables, emitidos por el Ingeniero Jefe de Obras Públicas de la Provincia y por el Ministerio de la Guerra, en el expediente para el dragado de La Rechalda. El primero de ellos manifiesta que dichas obras no son necesarias en relación con el actual tráfico de este puerto. El segundo, previene que de dragarse la entrada del puerto peligraría la Defensa Nacional, para evitar lo cual será conveniente realizar previamente obras militares de aquella naturaleza. Estos informes indignan a la Corporación. Se pone de manifiesto en el Pleno que, contrariamente a lo que se dice en los informes, son muchos los barcos que tienen que aguardar fuera de puerto durante varios días una marea propicia para entrar, y ello es debido, precisamente, a la falta de calado.

Esta es la causa que impide al puerto tener un mayor movimiento, lo cual perjudica gravemente la economía de la villa. Ante esta situación, se proponen iniciativas tendentes a neutralizar los informes relatados, como la de convocar inmediatamente una reunión de fuerzas vivas de la ciudad, la remisión de telegramas a la superioridad expresando el sentir contrario de la Corporación o el nombramiento de una comisión que se traslade a Madrid, al objeto de gestionar la aprobación el proyecto de dragado y de eliminación de La Rechalda. El Alcalde expresa la necesidad de que la comisión debe ir provista de informes técnicos propios que anulen los oficiales y propone que el Ayuntamiento se ponga en contacto con las demás sociedades u organismos de la localidad para que éstos destaquen también a alguno de sus miembros a Madrid.

Pero un incidente más será la gota que colma el vaso de la paciencia municipal con la Junta de Obras. Será la constatación, según expone el Alcalde remitiéndose a la información enviada por la propia Junta de Obras del Puerto, de que en el expediente sobre el puerto pesquero, es necesario iniciar nuevamente la tramitación, buscando un sitio diferente para el emplazamiento y luego, teniendo en cuenta el mismo, confeccionar un nuevo proyecto.

El concejal don José María Rodríguez Álvarez, de la Conjunción Republicano-Socialista, censura la actuación de la Junta de Obras del Puerto y dice que el pueblo tiene en aquel organismo lo que se merece. Las críticas a la Junta arrecian desde las filas socialistas produciéndose la intervención del concejal don Hipólito Arias Sierra, que llega a afirmar que el expediente del puerto pesquero está, desde hace dos años, devuelto y en poder de la Junta de Obras, sin que durante este tiempo se preocupase de hacer rápidamente un nuevo proyecto, para aprovechar la consignación presupuestaria que quizás más adelante no se obtenga.

Resalta además, que en todas las cartas geográficas aparece señalada, como zona peligrosa, la entrada del puerto de Avilés, precisamente por la existencia de la roca Rechalda. Se termina designando una comisión, presidida por el Alcalde y formada por miembros del Gobierno y de la oposición, para realizar todas las gestiones acordadas.

En diciembre de 1931 se suscita una huelga de los empleados de la empresa de los tranvías, paralizándose el servicio en toda la comarca. El concejal socialista Luis García Fernández interviene en el Pleno que tiene lugar el día 24 de diciembre solicitando de la Corporación que se preocupe por la solución del conflicto y la continuidad del transporte, contestándole el Alcalde que se había solicitado la presencia de un equipo militar que pusiese en funcionamiento nuevamente los tranvías y que no se había procedido al envío del mismo desde el Gobierno Provincial por la coincidencia de la huelga avilesina con otra similar que estaba desarrollándose en Gijón. Sin embargo, el Alcalde afirma que el Gobernador prometió una reunión con el consejo de administración de la compañía para tratar de que se llegase a un acuerdo y, si no fuese este posible, enviar un equipo militar para que el servicio volviese a prestarse. El grupo republicano-socialista pide que se solucione el conflicto negociando entre las partes sin que deba recurrirse a la solución de militarizar el servicio.

Así sucedió y así lo he anotado en este nuevo apunte de mi "Diario de a bordo".

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