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Catedrático de Lengua y Literatura Española

El futuro de Liberbank

La difícil coyuntura que atraviesa la entidad financiera en la que se integró la caja asturiana

Durante mucho tiempo Caja Asturias fue un elemento clave de la economía. Los asturianos confiaban sus nóminas, sus ahorros, solicitaban sus préstamos y sus créditos a su entidad favorita. Rara era la familia asturiana que no confiaba sus ahorros o los de sus hijos a La Caja por excelencia, que además tenía una clara función social y cultural. La Caja era un símbolo de Asturias con la que se fusionó nominalmente Cajastur. Algunos no dejaban de tener sus dudas sobre la gestión de la Caja como entidad económica independiente por el poder real que tenían en el consejo de administración políticos, sindicalistas, como se está viendo en estos días en otras instituciones presuntamente benéficas, unas tapaderas para el enriquecimiento delictivo.

La caja asturiana cambió de rumbo y de nombre cuando se fusionó para los negocios bancarios con Caja Extremadura y Caja Cantabria y Banco Castilla-La Mancha, asumiendo la nefasta gestión de Hernández Moltó, aquel que pedía a Mariano Rubio que lo mirase a los ojos, siendo condenado él mismo por abuso y pésima gestión. Así nació Liberbank como entidad propia cuyo camino errático ha estallado estos días con el hundimiento y desaparición de Banco Popular, adjudicado al banco Santander por la cantidad simbólica de un euro. Esto ha repercutido directamente en el banco asturiano, cuyas acciones han sufrido una dura caída perdiendo el 31,8 por ciento de su valor. Lo que ha puesto en cuestión el proceso de saneamiento que pretende llevar a cabo, basado en la reducción de la morosidad y en la venta de activos inmobiliarios calificados como tóxicos, entre otras medidas.

Pero el saneamiento de la entidad pasa también por unas medidas muy contestadas por los trabajadores y sindicatos. Si Cajastur era una buena entidad para trabajar hoy es poco segura. Los datos son preocupantes por un nuevo expediente de regulación de empleo que se quiere llevar a cabo para 525 empleados de 59, 60, 61 años, así como reducción de jornada y movilidad geográfica a los afectados por el cierre de oficinas. Esta medidas son muy preocupantes porque se debe tener en cuenta que Liberbank tiene a día de hoy un -23,5 por ciento de empleos que hace un año y un número inferior de oficinas abiertas que hace años: 868, frente a los más de 1.030 de 2016.

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