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Concejal de Somos-Avilés

Don Juan de Robles

Sobre las donaciones de Amancio Ortega y los agradecimientos del PP avilesino

Si Yasmina cobra 40 céntimos por cada zapato que cose, ¿cuántos zapatos tiene que coser para ganar 20 euros? Este podría ser un problema de proporcionalidad para las aulas de los tiempos modernos. La regla de tres de la desigualdad. Seguramente que a Yasmina no le parecerá mal que un tipo llamado Amancio Ortega done unos millones para la sanidad española, a mí tampoco. Lo que ya no comparto es esa idea del PP de Avilés de agradecerle el gesto institucionalmente. Dicen que es un hombre hecho a sí mismo con gran visión de negocio y al tiempo comprometido con la sociedad, un modelo para las nuevas generaciones.

La verdad que sorprende su capacidad para acumular riqueza partiendo de muy poco, algo que no abunda entre las grandes fortunas españolas, un apellido nuevo en el círculo de poder de las 100 familias. La tasa de beneficio de Inditex es la envidia del IBEX 35. En 2016, sus 23.000 millones de euros en ventas dejaron 3.200 millones de beneficio neto, listo para repartir, es decir una tasa del 14% sobre ventas. ¿Cuál es el secreto del éxito? ¿Cómo se gana tanto dinero vendiendo prendas de moda a precios bajos?

Algo tendrá que ver que el salario de la plantilla no pasa de 10 euros brutos/hora en jornadas parciales. La mayoría del personal de Inditex forma parte de ese colectivo cada vez más numeroso del mercado laboral post-crisis: mujer con contrato parcial que gana un sueldo mensual inferior al Salario Mínimo Interprofesional.

Algo tendrá que ver lo que Inditex paga a sus proveedores: empresas textiles del sudeste asiático que fijan salarios miserables y que usan trabajo infantil en condiciones de semiesclavitud. Una costurera camboyana trabaja 48 horas a la semana por 78 euros al mes. En Bangladesh, un accidente en una fábrica textil en 2013 se llevó la vida de más de mil personas, mayoritariamente mujeres. A Inditex y a El Corte Ingles, el accidente les costó 2 millones en compensaciones, 1 céntimo por cada 100 euros vendidos aquel año.

Algo tendrá que ver la elusión fiscal. La ingeniería financiera que permite utilizar las rectas, las curvas y las cunetas de la ley para minimizar el pago de tributos. Según los datos facilitados por la propia empresa, los impuestos se llevan el 21% del beneficio. Si los damos por buenos, consiguen una presión fiscal similar a la que soporta una enfermera. Buena asesoría.

Amancio Ortega no es un hombre hecho a sí mismo, es un producto de su tiempo. El neoliberalismo creó las condiciones para el personaje. Puede pagar los salarios que paga porque tenemos los convenios que tenemos. Puede comprar algodón en Uzbekistán, camisetas en India o pantalones en Marruecos a precio de saldo porque esa es la lógica ricardiana del comercio global. Puede pagar los impuestos en Suiza, en Irlanda o en Holanda porque ni la Unión Europea ni la ONU tienen entre sus objetivos la armonización fiscal y porque la libertad más sagrada es la libertad de movimiento de capitales.

Falta un elemento en la fórmula para producir al Amancio Ortega solidario. La crisis crea la disculpa perfecta para recortar el gasto público, para cerrar plantas de hospitales y centros de salud, para privatizar la gestión y externalizar servicios. Entonces la gente reivindica calidad en la sanidad pública porque "lo primero es la salud" y en ese contexto llega Amancio Ortega y piensa: la gente pide sanidad y yo tengo mala prensa y mucho dinero. ¡Et voila! Con ustedes, Amancio Ortega. Aplausos, y genuflexiones.

Escribía Juan de Iriarte en el siglo XVII:

El señor don Juan de Robles

con caridad sin igual

hizo este santo hospital

y también hizo a los pobres.

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