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Presidente de la Asociación Amigos del Museo de Anclas Philippe Cousteau

Agustín Santarúa, un soñador para un pueblo

Ante el homenaje en Luanco a un visionario que dejó un gran legado para la comarca

Han pasado ya ocho largos años desde que, en una fría tarde de febrero de 2009, Agustín Santarúa nos dejó para seguir convirtiendo quimeras en realidad cortejando a las musas desde el más allá.

Y es que por muy increíble que parezca, Luanco rendirá hoy un hermoso e inusitado homenaje a este candasín de pro, en la calidez del verano del día 28 de julio, con la celebración de una nueva edición de la ceremonia de la Unión de los Océanos, una de sus más queridas creaciones, bajo la organización del Ayuntamiento de Gozón y la Fundación Philippe Cousteau, -de la que fue su creador, impulsor y primer presidente, siempre acompañado por Rafael Lobeto y Gabriel Portal Antón-, con la colaboración de la Fundación Titanic, así como la presencia de la Asociación de Amigos del Museo, la cual presidió hasta sus últimos días en el empeño de preservar en su querido Museo de Anclas los homenajes conmemorativos a Philippe Cousteau cada 28 de junio.

Porque si algo define el valioso legado cultural que Santarúa nos ha dejado tan generosamente -sin nunca haberse preocupado de eso que se llama "copyright"- es el increíble carácter polifacético de una obra, sin duda, adelantada a su tiempo.

En palabras del escritor y periodista José Antonio Mases: "Candasín universal, animador de quimeras y desfacedor de entuertos, pasajero de cielos, mares y caminos, Agustín es una tonga de humanidad que improvisa, inventa, arbitra y elucubra para ser responsable de un craso desatino: haber nacido en el siglo XX en vez de haberlo hecho cuando alumbraban ideas y mundos nuevos los grandes innovadores del Renacimiento"

Porque Agustín fue un visionario que defendió conceptos hoy en boga como el turismo respetuoso con el medio ambiente o el valor de la gastronomía como seña cultural de los pueblos, a los que dio cuerpo con la creación del Museo de Anclas Philippe Cousteau de la Peñona, inaugurado por el Rey Don Juan Carlos en 1993, y la Cofradía de la Buena Mesa de la Mar, para la que consiguió la sede de las Colonias, a cuyas instalaciones llevó una exposición de Miró en 1994. Por no hablar de su defensa de la necesidad de la creación de un "Eje Atlántico" para contrarrestar la importancia del "Eje Mediterráneo", idea que, como muy bien ha subrayado siempre José María Gorordo, nació a raíz de las conferencias organizadas por Agustín en la Biblioteca de Salinas, en las que participaron Alfonso Paz-Andrade, Manuel Martín Ferrán y el propio Gorordo.

Enamorado de la mar desde niño, concibió la solemne ceremonia de "La Unión de los Océanos", -la cual había gestado en 1978 en la Alborada de Candás, que contó con la presencia de S.A.R. Don Juan de Borbón, Conde de Barcelona en 1981-, en la que se mezclan las aguas traídas de todos los océanos para ser lanzadas a la mar como nexo de unión de los pueblos del mundo entero, como él la definía: "una apuesta cargada de esperanza por el futuro de las tres cuartas partes de la superficie de la tierra".

Mientras que su salud se lo permitió, fue el organizador de tan singular mezcla de las aguas: en 1997, en La Peñona, siendo Vigía Mayor de la Cofradía de la Buena Mesa de la Mar, contando en aquella primera ceremonia con la asistencia de la hija de Philippe Cousteau. En 1998, en Cartagena de Indias, Colombia, en cuyos actos participaron los presidentes del Gobierno colombiano y español, Andrés Pastrana y José María Aznar, que descubrieron juntos la placa conmemorativa de la ceremonia en el Templo de los Océanos de Cartagena de Indias, un precioso monumento situado frente al Museo Naval del Caribe. Alejandra Cousteau leyó en aquella ocasión un manifiesto en defensa de los mares, dedicando unas cariñosas palabras al Museo de la Peñona. El entonces alcalde de Castrillón, Francisco Arias, pidió la liberación del senador colombiano Carlos Espinosa Faccio-Lince, secuestrado en aquellos momentos por las FARC. Edición se complementó con el Ballet de los Océanos y la "Muestra de Pintores de la Mar, Seis Artistas y un Tema", en la que participaron Cuervas-Mons, Ramón Villa, Enrique Grau, Pierre Daguet, Hernando Lemaitre y su hermano, Vicente Santarúa. El banco- libro, calificado por Gabriel Portal Antón como "otra de las genialidades agustinianas", se dedicó en aquella ocasión a Gabriel García Márquez.

En agradecimiento, la ciudad de Cartagena le hizo un regalo que lo colmó de felicidad y orgullo, al nombrarlo hijo adoptivo en calidad de: "Protector de los mares, que ha consagrado su vida a la defensa de la naturaleza, y especialmente a la protección de los Océanos que lo han premiado trasmitiéndole su vital energía, y que, en su constante lucha, trajo a Cartagena de Indias la hermosa idea de construir un monumento en "Unión de los Océanos", que al mismo tiempo simboliza la unidad y fraternidad de Colombia y España con los demás pueblos del mundo a través de los mares".

A partir de 1999, ya como Presidente de la Fundación Philippe Cousteau, continuaría llevando el timón de las posteriores ceremonias que se celebrarían en Maldonado, Punta del Este, Uruguay (2000), donde se inauguró el banco-libro de Historias del vapor de la carrera, del escritor Raúl Villarino y los ciclos de conferencias de Gustavo Bueno o la presentación del programa de los Museos Sensitivos de la Mar, obra de Adolfo Camilo Díaz, que se inscribieron, en palabras del propio Agustín, "en el deseo de exportar a América la cultura, la música y el pensamiento de la comarca de Avilés (esencial para él) y de Asturias; así como el hermanamiento de Corvera con el municipio de Maldonado". Ese mismo año, Agustín logra llevar la exposición de pintores nada más y nada menos que a Washington.

La cuarta edición de la Unión de los Océanos tuvo lugar en Gijón (2001), donde se inauguró el banco-libro Semblanzas de Gijón, obra de Francisco Carantoña. Habría que esperar a 2004 para la celebración de la quinta ceremonia, la última en vida de Agustín, en Barcelona, insertada en el ámbito del Forum de las Culturas.

A partir de entonces, los problemas de salud le impiden continuar al frente de la frenética actividad de la Fundación, pero su imaginación no cesa de crear nuevos proyectos, como el de la Asociación de Amigos del Museo (2005), que le permite seguir velando por el único Museo de Anclas al aire libre en el mundo, declarado Patrimonio Cultural de la humanidad por la Unesco y presidido por el impresionante busto de Philippe Cousteau, obra de su hermano.

En los últimos días de su vida, su amor a la mar y su cariño a la Armada Española fueron reconocidos con la concesión de la Cruz del Mérito Naval con Distintivo Blanco (diciembre 2008) con la participación de toda su familia, numerosos miembros de la Fundación y muchísimos amigos.

Pero las iniciativas de este descendiente de bravos balleneros, de este gigante de Candás, como cariñosamente le llamaba su gran amigo, el periodista Manuel Martín Ferrand, navegaban, también, hasta la orilla y llegaban tierra adentro de su querida Asturias. Porque Santarúa era un infatigable inventor de nuevas ideas y proyectos: entre otros muchos, potenció el zinc como Jefe del Gabiente de Prensa de Asturiana de Zinc; reivindicó el nombre de Nicanor Piñole, uno de nuestros grandes pintores por entonces olvidados; creó en 1980 la "Fiesta del Asturcón", que evitó la extinción de la raza autóctona de este pequeño pero bravo caballo, actualmente fiesta declarada de interés turístico regional; participó en el invento de una televisión regional para Asturias y le regaló, gracias al mecenazgo de Francisco Sitges, uno de sus mejores fondos bibliográficos con la creación de Ayalga ediciones, sin olvidar su primera colección de artículos periodísticos, escritos en el diario Región.

En relación a la significación de su labor como periodista, Martín Ferrand dedicó a Agustín estas certeras palabras:

"En 1970, me tocó en suerte la tercera edición del "Telediario" de TVE. Santarúa, reportero de raza, pasó a ser nuestro hombre en Asturias y, por ello mismo, Asturias se convirtió en la región española con mayor presencia en aquel 24 horas, que, con Rafael Ramos Losada en la dirección de los informativos, sirvió de laboratorio de experiencias audiovisuales. En Asturias, desde el Palacio del Marqués de Ferrera, se hizo en directo el primer "Telediario" de TVE fuera de Madrid o Barcelona".

Agustín fue un verdadero hombre orquesta, único e irrepetible; un hombre, como diría Machado, en el buen sentido de la palabra, bueno, y capaz de convertir, como siempre le oí decir a Ramón Galán, la utopía en realidad. Y sobre todas las cosas, un gran amigo de sus amigos, que tan generosamente supo llevar el nombre de Asturias al otro lado de los océanos. Por eso quiero dar las gracias, en nombre de la Asociación de Amigos del Museo de Anclas y de toda su familia, a los artífices de este merecido homenaje que incluye la emotiva colaboración especial de su nieta, la artista Alba Escayo.

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