El Ayuntamiento de Avilés es todo atrasos, con la honrosa excepción del reloj, que sigue dando las horas a los paseantes del Parche con precisión matemática. Sobran los ejemplos. El triple informe arquitectónico sobre el traslado de la marquesina del Pozón debía estar listo en quince días y va para dos meses. Los cambios en la isla de la innovación iban a llevarse (ojo al dato) al Pleno a finales de 2016 y nadie ha explicado aún semejante demora ni su vinculación con la nueva propuesta ferroviaria enviada a Fomento. Y qué decir de la comisión del agua, resultado de una votación que ordenó repetir un juez y que duerme el sueño de los justos con la peregrina excusa de la baja laboral de la secretaria municipal. Por no hablar del plan de movilidad, ligado a fondos europeos y sin fecha en el calendario. El curso político empieza así, con muchos deberes, aunque no lo parezca. El gobierno y la oposición, en los laureles.
