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Concejala de Hacienda, Igualdad y Juventud de Avilés

Lo que aprendemos

A modo de preámbulo de la celebración del Día Internacional Contra la Violencia de Género

Muchas veces, analizar las causas de un problema no es algo sencillo. Y lo es mucho menos cuando el entorno, los referentes, nuestras relaciones y las conductas que aprendemos y desarrollamos en nuestro día a día hacen que nuestra manera de entender la realidad dificulte tener esa visión "objetiva" a la hora de buscar una solución o tan solo de comprender un hecho.

La violencia de género es un hecho; un hecho dentro de una realidad donde la desigualdad existe y se transforma de manera progresiva, sutil y más aceptada de lo que creemos. El amor como fin último en la existencia de una persona, el amor que carece de límites, el que se entrega sin medida, sin condiciones, es con el que crecemos. Y tratar de aplicar la razón sobre un sentimiento nunca fue tarea fácil.

Nos hacemos mayores creyendo que cada persona tiene un papel diferente y que no saliéndonos de ese papel hacemos que se mantenga un orden socialmente aceptado con el cual seremos felices. Pero esa aspiración, con la que buscamos la estabilidad, en realidad no nos hace felices si no que nos destruye sin apenas darnos cuenta.

A las mujeres nos enseñan a aceptar desde niñas. Aceptar que por tu sexo tienes que tener un determinado género y que el color asociado a tu género es el rosa. Nos enseñan que nosotras tenemos unas obligaciones y que ellos tienen otras. Que tenemos que actuar sin alterar el orden porque nuestro deber es mantenerlo.

¿Pero qué pasa cuando queremos alterar el orden? ¿Qué pasa cuando queremos ser libres? Pasa que a veces eso no se respeta, no se entiende o no se quiere entender y es entonces cuando nuestras libertades quedan sometidas a los efectos de un sistema que discrimina y limita las oportunidades de las personas según su género. Y estos efectos, al principio puede que inapreciables, pero muy peligrosos, pueden llegar a ser mortales.

En el amor, en las relaciones, no todo vale. Pero en vez de aprender eso nos enseñan que tener pareja conlleva tener que sufrir por ella si hace falta porque consideramos que el verdadero fracaso está en que la relación termine, no en que nos haga daño. Desde pequeñas nos enseñan a andar con cautela por el mundo y somos conscientes desde muy jóvenes que alguna vez el mundo nos hará daño por ser mujeres.

A veces pienso en lo diferente que sería todo si aprendiéramos otras cosas, si en vez de educarnos en que la idea de que tenemos que vivir con miedo nos enseñaran a nosotras, pero sobre todo a ellos, que somos personas libres e iguales, que nadie es de nadie y que ese es un derecho fundamental.

Necesitamos una sociedad crítica, que sepa dar un buen ejemplo de convivencia y respeto, una sociedad que no permanezca impasible ante el asesinato de 44 mujeres en lo que va de año. Necesitamos cambiar conductas y demostrar que los pequeños detalles y los pequeños esfuerzos de cada uno y de cada una nos permiten transformar la realidad y que lo que aprendamos en el futuro sea diferente.

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