La reapertura del Palacio Valdés hace un cuarto de siglo fue un éxito colectivo de la sociedad avilesina que llega hasta nuestros días. Por las tablas del viejo y coqueto teatro local han pasado desde entonces todos los grandes de la escena española y muchas figuras internacionales de primer nivel, debido a una acertada política que se ha mantenido, con inevitables altibajos, de concejal en concejal y bajo la figura omnipresente del programador Antonio Ripoll, siempre ponderado por el público, la crítica y los artistas. Avilés se ha convertido en este tiempo en la auténtica capital del género en Asturias, con una oferta propia de grandes urbes que atrae a espectadores de dentro y fuera de la región. Un ejemplo de que la ciudad no está trágicamente condenada a ser la tercera en discordia y que debería cundir en muchos otros sectores, acostumbrados a poner excusas para justificar su indolencia.