En las aguas de la charca de Zeluán y la ensenada de Llodero se refleja la recuperación, lenta pero constante, de la biodiversidad de la ría. Estos parajes, en el límite de los concejos de Avilés y Gozón y con categoría de monumento natural, dan cobijo a decenas de especies de plantas y animales, muchas de ellas aves migratorias, que hacen las delicias de ornitólogos y curiosos, en general. Un pequeño oasis de 24 hectáreas en medio de un océano industrial por el que dan la cara a diario, a cambio de nada, grupos como Mavea, auténticos vigías del medio ambiente. No obstante, la conservación de estos humedales, que algunos usan para un ocio mal entendido, debe ser responsabilidad de todos, desde las administraciones al último ciudadano. Cuidarlos es cuidarnos a nosotros mismos porque al mundo le harán falta siempre lugares por los que merezca la pena luchar.
