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Licenciado en Ciencias del Trabajo y graduado social

Retos sobre el cáncer laboral

Un problema de salud muy presente entre los trabajadores

Los efectos de las injustas medidas tomadas para afrontar la crisis económica de 2008 -recortes en sanidad, desempleo, etcétera- también ha originado la denominada toxicidad económica del cáncer o las consecuencias económicas y las dificultades laborales de los pacientes que sufren esta enfermedad; no en vano este motivo ha incrementado en 260.000 los fallecimientos por cáncer en los países de la OCDE. Los gobiernos, en vez de recortar, deberían destinar más recursos a la prevención e investigación, a cubrir todas las necesidades sanitarias y prestaciones sociales y una mayor protección normativa de la discriminación laboral.

La mortalidad por cáncer es uno de los mayores problemas de salud pública a nivel mundial. Según datos de la OMS, cada año 8,2 millones de personas fallecen por esta causa y se diagnostican 14 millones de nuevos casos. Se estima que en el año 2035 la mortalidad por cáncer habrá crecido un 78% y la incidencia un 70%. La exposición a sustancias cancerígenas en el trabajo es la cuarta causa de cáncer después del tabaco, la dieta y el sedentarismo. Según la OIT y la OMS, en España fallecen anualmente alrededor de 14.000 hombres y más de 2.000 mujeres por enfermedades debidas a exposiciones ocurridas en el lugar de trabajo. La mayoría de estas muertes son cánceres laborales (cerca de 8.700 en hombres y de 850 en mujeres), seguidos de enfermedades cardiovasculares (más de 2.800 en hombres y de 550 en mujeres) y de enfermedades respiratorias (1.560 en hombres y 180 en mujeres).

La etiología del cáncer es multifactorial y algunas de sus causas son muy difíciles de alterar o subsanar, sin embargo, el de origen laboral es totalmente susceptible de prevención y elusión simplemente controlando y/o evitando las exposiciones a sustancias cancerígenas. La Agencia Internacional de Investigación de Cáncer tiene reconocidos 118 agentes cancerígenos además de 80 sustancias probablemente cancerígenas para los humanos y 289 posiblemente cancerígenas. La práctica totalidad de estos agentes están presentes en el medio laboral, siendo la industria química la que mayor número de sustancias y compuestos aporta a la lista de cancerígenos y las exposiciones suelen ser de mayor magnitud que las ambientales que afectan a la población general. La dilación en considerar las evidencias disponibles sobre los carcinógenos laborales y en la adopción de medidas de prevención provocan injustas pérdidas de vidas y tienen onerosos costes económicos para la sociedad, como el caso del amianto, del benceno o de algunas aminas aromáticas.

Las consecuencias medioambientales del uso masivo de pesticidas o la lluvia ácida y la polución industrial comenzó a ser considerada, a mediados del siglo XX, como un factor de riesgo para la. No obstante aún existen retos legal y éticamente exigibles y obligados, urgentes y necesarios. Imprescindible se hace articular instrumentos de investigación sobre los cánceres laborales que permita consolidar las evidencias científicas sobre la magnitud del problema, los niveles de exposición y el volumen de población expuesta. Asimismo, actualizar y armonizar los datos de exposición recogidos en el sistema CAREX (sistema de información sobre la exposición laboral a cancerígenos que permite la estimación del número de trabajadores expuestos según el agente cancerígeno y la actividad económica), facilitar el acceso a los generados sobre carcinógenos en el marco de REACH (normativa Registro, Evaluación y Autorización de Sustancias Químicas) y fomentar la cooperación entre los organismos con competencias en estas materias y armonizar los datos sobre riesgos, exposición e incidencia.

Es también ya una evidencia científica que las condiciones de trabajo desempeñan un factor determinante de las desigualdades observadas en la incidencia del cáncer; condiciones laborales que favorecen las exposiciones múltiples a carcinógenos como la subcontratación o el trabajo temporal y que dificultan la adopción de medidas efectivas de prevención y que originan los cánceres socialmente discriminatorios a los inmigrantes, los trabajadores a tiempo parcial y los que trabajan como personal subcontratado, las mujeres y los trabajadores jóvenes, por lo general en el sector servicios, donde la conciencia de los riesgos químicos es baja. Por ende, es vital identificar grupos vulnerables, de riesgo y ocultos cuya exposición laboral a cancerígenos está subrepresentada en los datos de exposición y en las estrategias de intervención.

También es necesario adoptar un criterio más aquiescente y universal sobre la causalidad del cáncer laboral. Los factores etiológicos dependientes de los estilos de vida (obesidad, tabaquismo, consumo de alcohol, etcétera) no deben seguir calificándose únicamente como factores personales sino la posible determinación económica y social de los mismos ligados a situaciones de inseguridad económica, a la disponibilidad y acceso a ciertos alimentos y bebidas alcohólicas, o a la propia forma de organización del trabajo referida.

Otra conquista importante es lograr el adecuado y justo reconocimiento de los casos en los sistemas nacionales de Seguridad Social. El reconocimiento del cáncer profesional en España es irrelevante, siendo declarados sólo como enfermos profesionales una fracción mínima (aprox. 0,1-0,2%) de los cánceres laborales estimados.

El infrareconocimiento de los cánceres profesionales tiene graves consecuencias como son la privación a las víctimas de sus derechos a prestaciones y el reconocimiento social, ocasiona una distorsión de las estadísticas de enfermos profesionales y carga los costes económicos provocados por la enfermedad desde las empresas responsables de las exposiciones laborales a la Sanidad y arcas públicas y la sociedad, en general.

Por último, también habría que ir actualizando, reconociendo e incorporando los, afortunadamente, continuos y dinámicos avances científicos. Recientemente, se ha demostrado que el sistema nervioso, en general, propicia el crecimiento del cáncer, forma parte de la tumorogénesis, es decir, de la formación y el crecimiento del tumor. El estrés emocional crónico que, en ocasiones puede tener un origen laboral, puede poner en marcha el proceso que inicia un cáncer.

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