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Sacerdote

Ese inmenso pantano de los cielos

Una reflexión sobre el almacenamiento del agua y las sequías

Mientras escribo estas líneas, llueve a cántaros. Sin embargo, cada año una sequía pertinaz asola campos y sembrados y arruina las cosechas de pueblos y regiones. No llueve y el suelo pide agua, sin duda la que nos sobra ahora. Que suceda esto en pleno siglo XXI parece que no tiene mucho sentido cuando en época de lluvias vemos cómo los ríos se desbordan saliendo de madre anegando no solo campos sino inundando de igual modo prensa, radio, televisión y demás medios de comunicación, con añadido de accidentes y desgracias personales, pérdida de bienes, etcétera. Y es que, contando con los medios de todo tipo de los que hoy día disponemos y el agua con la que contamos cuando llueve Dios del cielo, la sequía y falta de agua hoy no sería difícil de paliar, a mi modo de ver.

Tres cuartas partes del planeta e incluso de nuestro cuerpo son agua, contienen agua las plantas, el aire... En el subsuelo se oculta de igual modo la mar de agua... y por lo visto aún sin estudiar ni conocer del todo... O sea, todo es agua, que dijo ya en su tiempo Tales de Mileto.

Junto al mar muerto. Existió hace 2.000 años una mansión en un lugar de lo más inhóspito y seco del planeta, la roca de Masada a orillas del Mar Muerto. Calor y carencia absoluta de agua era de lo que disponían. Pues bien, aquel rey constructor llamado Herodes el Grande, que en ambas cosas lo fue, y su gente se las arreglaron para convertir aquella roca en jardín exuberante con abundantes depósitos de agua que llegaban hasta rebosar y que hoy puede visitar cualquier turista o estudioso. Y es que aprovechaban al máximo un tiempo que tenían de lluvias torrenciales para llenarlos y poder así disponer de suministro de agua todo el año.

Los viejos aljibes adosados a las casas tuvieron muchos años esta misión en nuestros pueblos con muy buenos resultados. ¿No tendríamos hoy la posibilidad de almacenarla si aprovecháramos de igual modo la temporada de lluvias que a menudo inunda valles y desborda ríos? Los pantanos cumplieron en parte esa misión, aunque ya vemos que no del todo Disponemos de sofisticados medios mecánicos para construir enormes aljibes subterráneos, seguramente hasta de millones de hectómetros cúbicos de capacidad.

¿Seríamos capaces de dominar esa masa enorme de agua que de cuando en vez anega nuestros campos, vías y ciudades? Exigiría un esfuerzo colosal, pero su puesta en marcha no rompería el encanto del paisaje y sería copia de las cavernas naturales que alimentan nuestras fuentes, manantiales y ríos, con abundantes caudales de agua que la suministran día y noche incluso en épocas de sequía, por lo que tenemos que imaginar que esos lagos perdidos en el seno de las rocas y los montes tienen que ser inmensos. Lo pienso cada vez veo al pasar camino de Pola de Somiedo por la Venta de Castro y oigo brevemente el abundoso caudal que mana día y noche al alcance de la mano, pero ¿desde dónde? ¿Qué enorme lago lo alimenta?

Más aún, bien diseñados con una arquitectura subterránea ad hoc podrían aprovecharse para lugares turísticos, e incluso usando un tanto así de imaginación hacerlos navegables para visita de excursionistas, y acaso... usando luz y alimentación apropiada, convertirlos en una especie de piscifactorías. Habla, imagina y planifica un profano, seguramente todo ello sea algo inimaginable. Pido disculpas. De todas formas pienso que para el hombre moderno no le sería difícil ni imposible, viendo de lo que ha sido capaz de llevar a cabo en otros terrenos. Y de ese modo ya no habría que lamentar años de sequía.

Sin diques ni barreras. Cuando un día completamente nublado miro al cielo pienso cómo pudo la divina Providencia ayudada por la Naturaleza, o viceversa, inventar un sistema de almacenar agua sin diques ni muros de contención. Porque mira tú que vuelan sobre nosotros millones de toneladas de metros cúbicos de agua hecha vapor para luego caer, nunca de golpe, a veces sí con demasía, pero a menudo a modo de ducha que solo hace daño por un exceso y cantidad, y destruye por no tener contenedor que la reciba. Disponemos de un fantástico aljibe o depósito en las nubes, pero no hemos preparado recipiente para su recibimiento de modo razonable en la tierra. Dios y la naturaleza lo han programado bien, el hombre no.

Tampoco se convierte de repente en témpano de hielo para precipitarse sobre nosotros. Nos aplastaría. No, Dios la convierte en blanda nieve, ligeros copos que no solo no hieren sino adornan y acarician el paisaje cubriendo inmensas superficies de blancura. Hemos logrado crear grandes embalses inundado hermosos valles y sepultando pueblos, pero ¿cuándo llegará el día en el que el hombre moderno o posmoderno copie de la naturaleza logrando construir inmensos aljibes bien bajo tierra, bien en la inmensidad del cielo para subsanar las tremendas sequías del estío?

Para el transporte hacia regiones e incluso hasta países escasos de agua y hasta muertos de sed, a los que sería más difícil llevarla de otro modo, habría que echar mano de acueductos y bombas de propulsión. ¿No se ha hecho con oleoductos que conducen petróleo a los lugares más lejanos llevando un producto más pesado y escaso pero mucho más costoso que el agua?

¡Hágase la luz! Y dejando volar la imaginación por ese inmenso pantano celestial de nubes en la altura, es admirable cómo a la par que almacena agua también fabrica luz eléctrica sin necesidad de turbinas ni dinamos, como las empleadas en las grandes centrales hidroeléctricas. No. Allí solamente existen inmensos condensadores, baterías aéreas que, por lo visto, rozándose almacenan esa enorme cantidad de electricidad que vemos descargar en las tormentas y que sufrimos cuando nos sorprenden en descampado. Rayos y relámpagos, resplandor inmenso sin bombillas ni instrumento alguno. Se dice, (soy un profano), que el voltaje que almacenan es tal que apenas el hombre podría aún hoy construir baterías capaces de recogerlo.

Y al pairo de estas reflexiones, otra más. Cuando el mundo era solo tierra y mar, esas nubes cargadas de energía al descargar sobre el mar, ¿no pudieron ser la primera luz, luz natural, no solar, claro, que respondió al grito del Creador "Hágase la luz"? Más aún. Si los ácidos dexosirribonucleicos de los que está compuesta la vida se formaron, según leí en algún lugar, por descargas eléctricas ¿no pudo ser la luz y la descarga del rayo en el agua la que dio los primeros pasos, la chispa de la vida o camino de ella?

Son únicamente reflexiones, preguntas, sugerencias a propósito de la posibilidad de futuros almacenamientos de agua subterránea, también en las alturas, y acaso posteriormente generadora de energía eléctrica.

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