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Diario de a bordo / El irredentismo comarcal (XXXII)

El control del Puerto

La importancia de los muelles tras los nuevos límites municipales

Castrillón nace como municipio independiente en 1835. La Real Compañía, ya en 1829, empezó a gestarse como empresa, pero su presencia efectiva en la comarca tiene lugar a raíz de la Real Orden de 14 de noviembre de 1833, por la que se le otorga una extensa concesión minera que llega desde terrenos de Gozón, al este de la ría de Avilés, hasta la ría de Pravia. Comienza entonces la explotación de tres minas de carbón, una en la margen derecha de la ría, en la Península de Nieva; la segunda en Santa María del Mar; y la tercera en Arnao. Sin embargo, la escasa productividad de las dos primeras y la escasa calidad del carbón extraído en todas ellas, impulsó a la Compañía a reorientar su actividad, por lo que en 1854, una Real Orden de 30 de septiembre, autoriza a la empresa a construir una oficina de beneficio de minerales de Zinc en el valle y colinas del Cuerno y en el Arenal del Espartal.

La Real Compañía Asturiana de Minas fue uno de los principales agentes del cambio morfológico de la ría de Avilés, pues su establecimiento en la zona fue motivado, además de por explotar el carbón detectado en la misma, por las posibilidades que el marco físico ofrecía para un futuro desarrollo portuario, imprescindible para su actuación empresarial. Ramón Alvargonzález y Maximino Roza, en su libro La desecación de las marismas en la ría de Avilés en los siglos XIX y XX, afirman lo siguiente: "Aunque en apariencia las actuaciones de la Compañía se redujeron al área de la bocana del estuario, abarcaron sin embargo al conjunto de la ría, para lo cual se sirvió de dos estrategias: las actuaciones territoriales directas mediante compras, solicitudes de concesión y ocupaciones de facto de terrenos de titularidad pública; y las actuaciones directas mediante empresas interpuestas y testaferros que defendían sus intereses".

Ya hemos visto cómo se desarrolló la apropiación del Espartal, en una operación que la prensa de la época denominó "El Chanchullo". Pero desde un primer momento, el interés de la Real Compañía se centraba en la Ría de Avilés y en el puerto, espacio fundamental para la entrada de los materiales necesarios para las explotaciones y para la salida de sus productos. La Real Compañía era una empresa con una gran influencia y condicionó las concesiones posteriores, aunque sus promociones directas se restringieron al fondeadero de San Juan de Nieva, donde tenía la terminal ferroviaria que unía las explotaciones de Arnao con su embarcadero.

Coincidiendo con la emancipación de Castrillón, el Ayuntamiento de Avilés obtiene, por Real Orden de 6 de enero de 1835, la autorización para desaguar todas las marismas de la Ría. Ya en 1847, antes de que la Real Compañía iniciase la producción de zinc, se producen las primeras iniciativas para comprobar la situación en que se encontraba la ría y el puerto avilesino. Acababa de realizarse el cerramiento de las Huelgas y se temía que, por esa razón, los sedimentos echasen a perder los antiguos calados. La primera diligencia de reconocimiento y sondeo de la ría tiene lugar el 17 de febrero de 1847. Una comisión formada por el Ayudante del Distrito de Marina de Avilés, José Carlos de la Fuente, por los prácticos del puerto, Clemente y Rufino Fernández del Viso, Celestino Suárez y Pedro García, acompañados por el señor Alcalde constitucional de Avilés Francisco Quevedo Heres, así como de los regidores Ramón Álvarez Viesca y Nicolás Arias Carbajal. Después de realizado el sondeo se llega a la conclusión que el calado de la Ría era el mismo que antes del cerramiento de Las Huelgas, en el que el fondo de la barra no pasaba de doce pies en baja mar.

Sin embargo, en los años sucesivos se siguieron realizando sondeos y reconocimientos que demostraron que, rápidamente, se iban agravando las condiciones del puerto. El progresivo empeoramiento de la Ría causó alarma en Avilés, por lo que su Ayuntamiento siguió con los requerimientos al Gobierno de la Nación para que atajase el acuciante problema. El 12 de mayo de 1857, la Dirección General de Obras Públicas ordena el Proyecto de Mejora de la Ría, que fue elaborado por el Ingeniero Pérez de la Sala. En la memoria descriptiva que acompaña al proyecto se escribe lo siguiente:

"...como complemento al proyecto, también proponemos el fijar las dunas de Raíces y del Espartal, por medio de plantaciones que detengan la marcha de las arenas, porque si el viento las lleva a un punto en el que la velocidad de la marea sea insuficiente para arrastrarlas de allí, permanecerán embarazando su curso y navegación. Las plantaciones que en aquella localidad se han hecho, son en una escala muy limitada para obtener un resultado apreciable, y para que por ellas podamos fijar un precio a la unidad superficial. Facilitaría mucho el pronto desarrollo, si el Estado cediese dichos arenales a particulares, a condición de plantar en la superficie cedida, dentro de un plazo señalado...".

De la memoria se deduce claramente que el ingeniero y su equipo dicen que los terrenos de Raíces y del Espartal son del Estado, no del Ayuntamiento de Castrillón, y que parece que la venta realizada por dicho Ayuntamiento a la Real Compañía y cuyo pago dicho Ayuntamiento tuvo que devolver a los colonos de los antiguos frailes, no se reconoce y por tanto la consideran carente de validez. También observamos que, en el año 1859, cuatro años después de "la compra" realizada por la Real Compañía y por la que se obligaba de acuerdo con la Real Orden de 1854 a realizar las plantaciones, principal motivo por el que se declara de "interés público" dicha adquisición, las que se han realizado son "limitadas y no se ha obtenido con ellas ningún resultado apreciable".

Pero estas obras de protección y mejora del puerto, no solo van a ser afrontadas por el Estado, sino que el Ayuntamiento de Avilés asume y acepta pagar el importe de la mitad del costo de las obras. En la carta que reproducimos a continuación y que dirige la Corporación avilesina al Ministro de Fomento se refleja el acuerdo municipal con ese compromiso:

"El Ayuntamiento constitucional de la villa de Avilés, en la provincia de Oviedo, a V. E. respetuosamente expone: que por conducto de la Dirección General de Obras Públicas, ha recibido con el más vivo entusiasmo la comunicación relativa al proyecto de puerto y a la cuota con que debe concurrir el pueblo para la ejecución de las obras. Aceptada desde luego, el Ayuntamiento se asoció con un doble número de mayores contribuyentes, para formalizar el reconocimiento de la obligación que se impone de reintegrar puntualmente al Gobierno los ciento sesenta mil reales anuales, hasta cubrir la mitad del importe de las obras... se acordó proponer, para contribuir con la cuota que se le asigna y acepta, los arbitrios y medios siguientes: Primero, un derecho de fondeadero, carga y descarga igual al que hoy pagan los buques, que con arreglo a valores de años anteriores, podrá producir cuarenta mil reales en cada uno de los sucesivos, o sea ochenta mil reales el importe calculado al doble derecho. Segundo, el resto que son otros ochenta mil reales, hasta el total con que debe contribuir el pueblo, se consigna con cargo al presupuesto municipal, elevándose al Ministerio de la Gobernación la correspondiente propuesta de medios para cubrir el déficit que resulte en el presupuesto.

El Ayuntamiento, en fuerza del compromiso al que ya se considera ligado, se constituye del modo más formal a satisfacer la cuota que se le asigna, utilizando, en todo caso, los recursos que la legislación vigente le permite para hacerla efectiva, de suerte que en ningún sentido pueda dejar de cumplir la obligación acordada, por ser el ánimo de la Corporación y del pueblo que administra, agotar todos los medios que están a su alcance para realizar este sagrado compromiso, del que tantos beneficios deben reportarse. Y deseando que las obras comiencen a la mayor brevedad posible,

Suplica a V. E. que sin esperar a la aprobación especial de la propuesta de recargos o arbitrios municipales por el Ministerio de la Gobernación, toda vez que el Ayuntamiento, en unión con los mayores contribuyentes, reconoce como obligatorio el pago de la cantidad que se asigna al pueblo, se sirva V.E. disponer se publique el remate de las obras del Puerto, favor que espera conseguir esta Corporación de la acreditada bondad de V.E. cuya vida guarde Dios muchos años. Avilés, septiembre 19 de 1859. El Presidente del Ayuntamiento: José García San Miguel.

Con este compromiso, el 15 de diciembre de 1859 aparece en la Gaceta el anuncio de subasta de las obras, que se adjudican el 27 de enero de 1860 y comienzan ese mismo año. El ministro de Fomento en ese momento era Rafael de Bustos y Castilla-Portugal, un granadino de familia murciana que, por sus servicios a la Corona, fue recompensado con la concesión del título de Marqués de Corvera y con la Grandeza de España.

La Real Compañía estaba muy interesada en estas obras, que beneficiaban extraordinariamente el tráfico marino de todo el puerto, incluyendo naturalmente el del embarcadero que la empresa tenía en San Juan. Por ello, veremos cómo Arnao se compromete, por escrito, a contribuir a los gastos asumidos por el Ayuntamiento de Avilés, con una aportación de cuarenta mil reales. También veremos que "donde dije digo, digo Diego" y la Real Compañía se volverá atrás y no pagará nada. Tampoco Castrillón está ni se le espera en esta empresa, cuyo coste recaerá totalmente en Avilés y en los avilesinos. Pero también observaremos que Castrillón, y donde decimos Castrillón decimos la Real Compañía, realiza múltiples acciones para apropiarse del puerto de San Juan. Castrillón, nacido como municipio en 1835, nunca había tenido puerto, ni lo pretendía, porque para nada lo necesitaba. Sin embargo la Real Compañía, que controlaba la Corporación del Ayuntamiento vecino y sus decisiones, sí que tenía unos fuertes intereses en la zona, que trató de sustanciar utilizando al municipio castrillonense. Fue sobre todo a raíz de la construcción de la dársena de San Juan por parte del Estado, cuando se produjeron graves enfrentamientos entre Avilés y Castrillón por el control de ese territorio de San Juan. Esos enfrentamientos pasados quizás sean la causa de un resabio que aún perdura, y de los recelos actuales en las relaciones entre las Corporaciones de los dos municipios hermanos. A ilustrar esas acciones nos dedicaremos a partir de ahora.

Así sucedió, así se lo he contado a ustedes, y así queda anotado en mi Diario de a Bordo. Pero la historia continúa...

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