David Salcines se erigió ayer en uno de los dirigentes asturianos de Podemos más críticos con el chalé que Pablo Iglesias e Irene Montero se han comprado en Galapagar, con vistas a la sierra madrileña, dos mil metros cuadrados de parcela y una piscina en la que pueden procrear ballenas. Habrá quien atribuya este ejercicio de sinceridad a que el secretario general del partido en Avilés dejará el cargo orgánico en unos días (seguirá de portavoz municipal), pero lo cierto es que ha puesto voz a los cientos de militantes que contemplan atónitos el fariseísmo de su líder. El problema no es vivir en un casoplón sino haber sido durante mucho tiempo el azote de quienes lo hacían. Y, además, pretender ahora que las bases avalen con sus votos este acto de hipocresía, rehenes de una decisión que corresponde al ámbito personal. El mesianismo nunca conduce a nada bueno.
