La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La espinera

Aún tengo una ilusión

Tras el 50.º aniversario de la muerte de Luther King

Hace algo más de un mes del cincuenta aniversario del asesinato de Martin Luther King. Martin Luther King nos dejó un legado inconmensurable, unas conclusiones, aunque obvias hoy en día, en el contexto de la época, apabullantes: por ejemplo el hecho de que el color de las lágrimas de los hombres negros y blancos, que lloraron su muerte, era idéntico. Nos dejó un mensaje de esperanza en el género humano y una frase extraída de su célebre discurso: Aún tengo un sueño, que forma parte de un acervo ejemplarizante en cualquier geografía y cultura y que rememoran no solo los hombres y mujeres de raza negra de Misisipí, Alabama, Georgia o Lousiana, sino todo aquel que desee creer en la unión y en la libertad como esencia consustancial a todos los seres de bien.

Y es que hay hombres corruptos, fanáticos, hay hombres que incumplen obligaciones sagradas y mienten a sus propios hijos; pero hay otros que defienden la verdad y la justicia con su propia vida y, tras su muerte, nos cobijan como si de una gran sombra se tratase y nos iluminan como el más hermoso amanecer.

Aún tengo un sueño, creo en el poder de la palabra, en el nacimiento, el fallecimiento y el renacer de la palabra. Porque todo se origina siendo palabra y aunque todo tenga un principio y un fin, todo renace y se origina con una nueva palabra. Porque con una palabra puede cambiarse el mundo y con una palabra se regresa a la ansiada hermandad.

Todo es palabra. A veces, las palabras logran elevados propósitos y otras son el origen de pequeños e ilusionantes proyectos. Así, en mi anterior artículo, aludí a los antiguos compañeros de instituto, y esa evocación fue suficiente para despertar la nostalgia por aquellos años inolvidables en todos nosotros.

Yo tenía y aún tengo una ilusión y otros afortunadamente lo han realizado: el dieciséis de junio está prevista una cena en Avilés en la que nos reuniremos de nuevo, aquellos compañeros, los compañeros del Instituto de Salinas que compartimos aula en los primeros años de los ochenta. Sé que esa noche Avilés brillará de un modo distinto, porque la ciudad se contagiará de esa calidez que solo proporcionan los sueños y las ilusiones. Y es que ya falta poco, muy poco para que lleguen a Avilés los del sesenta y seis.

Aún tengo un sueño, aún tengo una ilusión. Y aunque solo seamos transito, también sé que somos uno. Y brindaremos.

Compartir el artículo

stats