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Un momento redondo

Un guiño del destino

Paquito debutó con 20 años en el Oviedo en el Carlos Tartiere ante el Valencia, el equipo en el que relanzó su carrera y que le daría proyección internacional

Equipo del Oviedo que empató a un gol en Atocha frente a la Real Sociedad el 5 de octubre de 1958. Por la izquierda, de pie, Caldentey, Sánchez, Arbáizar, Marigil, Paquito y Laurín; agachados, Alarcón, Romero, Lalo, Xirau y Amarilla. foto cedida por juan mesa

El momento oviedista de Paquito se disocia en varios "flashes" tan intensos como contradictorios. Porque a la emoción de su debut con la camiseta que había adorado desde pequeño siguió, apenas tres semanas más tarde, el mayor revés que puede llevarse un canterano: casi todo el campo en el que siempre había soñado triunfar pidiendo que desapareciese de la escena. Y el caso es que, con la complicidad del entrenador de entonces, Abel Picabea, Paquito acabó la temporda 1958-59 en el Círculo Popular de La Felguera, de Tercera División. Como no hay mal que por bien no venga, unos meses después volvió al escenario del "crimen", el Carlos Tartiere, para quedarse y relanzar una carrera profesional que le llevó a uno de los grandes de la Liga y a la selección española.

Las imágenes de aquellos cuatro partidos de la temporada 1958-59 con el Oviedo se amontonan de manera desordenada en la memoria de Francisco García Gómez (Oviedo, 14-2-1938). Paquito, como se le conoció siempre en el fútbol, había hecho los méritos suficientes en el Juvencia de Trubia, que entonces funcionaba como filial azul e incluso jugaba sus partidos en el Tartiere. Así que inició la pretemporada siguiente con el primer equipo, que acababa de recuperar la máxima categoría. Era el Oviedo de los paraguayos Romero y Amarilla, de Caldentey, Julio Marigil, Artabe y Lalo, entre otros.

El entrenador, el argentino Abel Picabea, siguió gestionando la plantilla del ascenso, que empezó con una derrota en el campo del Atlético de Madrid (2-0) y la victoria en la segunda jornada, en el Tartiere, ante Las Palmas (2-1). El domingo siguiente, el 28 de septiembre de 1958, quedó grabado en la memoria de un centrocampista de 20 años que venía apuntando muy alto. La casualidad quiso que el debut de Paquito en Primera División se produjera frente al Valencia, el equipo por el que fichó cinco años después y que le daría proyección internacional.

A Paquito se le pasó aquella tarde de septiembre como un suspiro. Ahora, desde su casa en Valencia, no se le viene a la cabeza ningún detalle futbolístico especial de un partido en el que formó tándem con el veterano argentino Sánchez. El Valencia se adelantó con un gol del brasileño Machado en el minuto 40, pero Lalo empató nada más volver del descanso. Paquito se ganó el apoyo de la afición y la confianza de Picabea, que al domingo siguiente le volvió a dar la titularidad en el mítico campo de Atocha. El Oviedo mantuvo el tipo y repitió el resultado (1-1) con goles de Amarilla (minuto 41) e Iribarren (67).

En el siguiente partido, frente al Granada en el Tartiere, Picabea dio entrada en el equipo a su compatriota Carlos Álvarez en lugar de Paquito. El Oviedo ganó el partido con un gol de Amarilla en el minuto 54, pero tres minutos después se produjo la expulsión de Carlos Álvarez. En aquella época sólo se podía sustituir al portero, y siempre por lesión, por lo que Paquito tuvo que esperar una semana para volver al equipo.

Y no fue en buena hora. Porque el Oviedo, que hasta entonces se había mostrado como un equipo equilibrado, regresó de Sevilla con un doloroso 4-0, todos recibidos en un primer tiempo. Paquito y su compañero en la media, Sánchez, se rehicieron tras el descanso, evitando un escarnio mayor, y volvieron a formar de inicio en la séptima jornada, cuando visitó Buenavista el histórico Athletic de Bilbao. A los 18 minutos, dos goles de Marcaida pusieron el partido casi imposible y a la afición de uñas, especialmente con Paquito.

"Cuando cogía la pelota todo el mundo me silbaba", señala Paquito, que asume aquello como algo normal en el fútbol: "Nunca pensé en abandonar el campo. Afortunadamente, no había sustituciones. Sólo quería hacer las cosas bien y ayudar al equipo". Aeropagita puso el 1-2 antes del descanso, pero el Oviedo perdió el partido y Paquito su sitio en la plantilla. El club y el entrenador consideraron que lo mejor para aquella promesa de 20 años era que se foguease en el Círculo Popular de La Felguera. Y así fue. Paquito volvió con más fuerza y ayudó a forjar un Oviedo grande, que acabó tercero en la Liga 1962-63. Pero aquel fue otro momento.

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