Aunque los pronósticos climatológicos no eran los más adecuados para acometer una ruta de btt, pues daban una bajada de nieve a cotas ínfimas, nosotros seguimos con el proyecto del de ciclar el Camino de Santiago del Norte que no suele sufrir tanto las inclemencias nivales.
Esperanzados de que hubiera una ventana climatológica, pusimos rumbo a Soto del Barco punto de arranque de esta etapa que desde Soto arranca por Villar, para ir abandonando paulatinamente los firmes de asfalto, y entrar en trazas de camino de tierra un tanto embarrados que nos acompañarán durante el ciclado de casi toda la ruta.
Se rueda a par de la riega de Olaya, la cual se cruza para seguir por viejos caminos santiagueros teniendo por compañera por unos instantes la vía del FEVE, y pasando bajo de ellas y siguiendo las marcas jacobitas pronto se entra en el núcleo de El Pito, con su pintoresco palacio de los Selgas, que bien merece una visita, aunque nuestras embarradas pintas no lo acosejen.
A partir de aquí durante un buen rato las marcas jacobeas, nos alejan de la rasa costera, para cruzar la citada Nº 632 en los predios de San Juan de Piñera, con el promontorio de Santa Ana de Montarés de centinela; se sigue por caminos de servicio de la Autopista, hasta desembocar ante el conocido cruce de Artedo al par de la carretera Nª632
Las marcas evitan bajar directamente a la playa de Artedo, y estas nos dirigen al Molino de La Veiga llegando a la vera del río Uncín, a cuya altura tras cruzar este, se da la espalda al mar para virar al Sur, hacia Mumayor, cogiendo altura hasta llegar a Campo Cima, y virar sobre el Pico San Andrés hacia el Oeste, rumbo a Soto de Luiña. De Soto de Luiña se sale en una combinación de caminos y carreteras hasta el alto de Las Llongas (Llanorrozos) y en este punto se abre la disyuntiva: o bien ir por la variante de Las Palancas o por las Ballotas, nuestra opción fue rodar la variante costera, o sea por Las Ballotas, que es un trazado más divertido y variado.
Se sigue por los accesos locales hacia la Capilla de Santa Eulalia en Albuerne, para pasar la valleja del Cerro que, por El Cabo, nos da acceso a la población de Novellana que se atraviesa dirección Oeste para vadear otra valleja, la de Prau LLagón que se hace divertida, aunque los numerosos árboles caídos complican el ciclado. Tras ello se sale a la carretera Nª632 y se circula por ella unos centenares de metrosEste nuevo vadeo de río nos lleva a Castañeras, donde es interesante acercarse hasta la Playa del Silencio, una vez vista desde lo alto, se regresa al pueblo para tomar un disimulado ramal al pie de Casa Pachín, y por él en descenso ir hacia los bosquetes de bambú que pueblan lo fondero de la valleja que riega el arroyo de Cándano, por cuya traza se vuelve a la carretera que viene de forma paralela con nosotros, la Nª 632, y por la cual se entra en el pueblo de Santa Marina.
El sube y baja de las vallejas con sus firmes embarrado, y sus sucesivos repechos irán pasando factura.
Una vez en Santa Marina se entra en la valleja de San Roque por la cual se pasa a la zona de Ballota, que se bordea por el Sur, para de este modo entrar en la última valleja, la que riega el río Cabo, y cuyo trazado nos obligará a bajar hasta el pie de la playa de Ballota, para subir ya de forma calma por la otra ladera hacia el pueblo de Tablizo.
Desde donde se sale bordeando la rasa costera a Ribón donde de nuevo se empata de con la carretera Nacional 632 a la altura del PK 151, y aunque las marcas santiagueras nos echan hacia el fondo del valle, a Lumbiello, en nuestro caso seguimos por la solitaria carretera hasta entrar en Cadavedo, punto final que nos impone la climatología un tanto adversa.
