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De la Euroliga al Villa de Mieres

Tras once temporadas alejada de las canchas, la madrileña Blanca Rodríguez se reencuentra con el baloncesto en las filas del conjunto de la cuenca del Caudal

Blanca Rodríguez, antes de un entrenamiento.

Fue en abril de 1998. El Pool Getafe derrotó en semifinales de la Euroliga al Como italiano y se plantaba en la final para medirse al Bourgés de Francia. Allí militaba Blanca Rodríguez, una de las jugadoras más jóvenes del equipo. Ahora, casi dos décadas después, continúa practicando su pasión, el baloncesto, en las filas del Villa de Mieres de Primera Autonómica.

Su intención, al comienzo del curso, era únicamente la de entrenar; acudir a algunas de las sesiones semanales del conjunto de Efrén Pérez de Illas para "matar ese gusanillo que tienen quienes han practicado el baloncesto alguna vez". Sin embargo, en la primera charla con el entrenador ya se planteó el estilo de juego que buscaba el conjunto mierense, y también una pregunta clave. "¿Con qué número vas a jugar?". A partir de ahí, no hubo marcha atrás. Blanca Rodríguez eligió el 23 y pasó a formar parte, de pleno derecho, del vestuario del Villa de Mieres.

Esta pívot madrileña, de 1,91 metros de altura, regresaba a las canchas tras once temporadas. El último equipo en el que disputó una temporada completa fue el Cáceres de la Liga Femenina 2.

Blanca Rodríguez se trasladó a Asturias en 2005. Su hermano aprobó unas oposiciones a notario y ejerce en el Principado. Ahora, Blanca también ejerce en Mieres. La madrileña destaca "la cercanía de la gente de aquí" y asegura sentirse "muy cómoda" en el Principado. "Conocía a varias chicas que la pasada temporada estaban en el École y tenía prácticamente decidido ir a entrenar con ellas", expone Blanca Rodríguez. "En verano me llamaron y me dijeron que se iban a ir a jugar a Mieres". Ese mismo día acudió al despacho Arturo Álvarez -presidente del Villa de Mieres- y le comentó a Blanca la posibilidad de incorporarse al equipo femenino de reciente creación. "Todo se juntó", admite la madrileña.

Blanca Rodríguez mira al pasado. "El otro día estaba viendo la Copa de la Reina y casi no quedan jugadoras con las que yo haya jugado", rememora. Atrás quedan también los tiempos donde jugaba la Euroliga con el Pool Getafe. "Recuerdo que todo el pabellón de Francia nos apoyó en aquella semifinal ante el Como, algo muy raro hoy en día", comenta Blanca Rodríguez. Para la jugadora del Villa de Mieres, estar presente en una final de Euroliga es algo que no olvidará "nunca". La madrileña recuerda "las luces apagadas en el pabellón, un ambiente muy propio de la NBA" y destaca que "da igual cómo quedes, el hecho de estar presente es lo máximo". Blanca Rodríguez compartió vestuario con varias jugadoras como Amaya Valdemoro, Blanca Ares o Natalia Zakulskaia, auténticas referencias del baloncesto femenino. "Era de las más jóvenes, pero me trataban como una más, cada partido y cada entrenamiento era un aprendizaje continuo", rememora. Ahora le toca a Blanca centrarse en las más jóvenes y dar los consejos que antes recibía. Pese a todo, la madrileña percibe diferencias respecto a épocas pasadas. "Ahora las chicas más jóvenes tienen desparpajo y prima la individualidad sobre el equipo, algo que antes no pasaba", asegura.

Las mierenses comenzarán esta semana la segunda fase de la competición. La temporada está transcurriendo de manera positiva para Blanca Rodríguez, aunque la pívot del Villa de Mieres hace gala de la autoexigencia que le ha llevado a lo más alto. "Siempre veo que podía aportar más, creo que puedo hacer más cosas y da rabia ver que la cabeza va por un lado y las piernas por otro", considera.

Blanca Rodríguez se ha erigido como una de las piezas fundamentales del equipo de Efrén Pérez de Illas. Han transcurrido 19 años desde que la madrileña comenzaba a despuntar en el Pool Getafe y, ahora, sus hijos, también tratan de emular sus pasos. "A veces vienen a verme jugar y me animan en los partidos; incluso el mayor, de siete años, ya juega en el colegio". La mejor maestra está en casa y en Mieres están de enhorabuena. Allí una subcampeona de Europa sigue disfrutando del basket.

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