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César Rodríguez, media vida en el fútbol base

Lleva más de tres décadas de directivo y actualmente es el presidente del Beryma

César Rodríguez, en el centro, junto a los jugadores de la Peña Beryma, en el campo de Matalablima. JULIÁN RUS

Lleva tanto tiempo vinculado al fútbol que no sabe con exactitud cuando comenzó su idilio con este deporte. "Ya ni lo sé", sentencia este hombre de fútbol que sigue temporada tras temporada al pie del cañón. Tirando un poco de memoria, recuerda que suma más de tres décadas como directivo de fútbol. Primero en el Grisú, después en la Peña Oviedista Berto y ahora en la Peña Beryma, club que surgió de la unión de dos históricos hace ya algunas campañas: la Peña Marigil y la Peña Berto. "La fusión nos ayudó mucho a los dos equipos", explica este protagonista, que hace balance y asegura que "a lo largo de estos años me tocó hacer de todo". Se trata de César Rodríguez, presidente del Beryma, que echa sus cinco horas diarias en Matalablima.

Antes que directivo fue jugador, aunque su trayectoria fue corta debido a una lesión de rodilla que le obligó a retirarse muy pronto. Hasta entonces, disfrutó de este deporte, entre otros en el Oviedo y en el Grisú, club en el que colgó las botas. "Me lesioné en el último partido de liga con 24 años y antes de jugar la liguilla de ascenso a Primera Regional con el Grisú", recuerda César. Fue entonces cuando decidió dar el salto a los banquillos y a los "despachos", precisamente en el Grisú, donde pasó una década. "Aún recuerdo cuando hicimos el campo en Cerdeño", señala. A su lado, la familia Pintado, que hoy en día sigue al frente de la entidad.

Después de su paso por el Grisú se alejó del fútbol un par de años "para cuidar a las hijas". No duró mucho, ya que llamó a su puerta la Peña Oviedista Berto que por aquel entonces jugaba en La Colonia. "No podía decir que no, me volví a liar y hasta ahora", apunta César Rodríguez que, junto a Rodri, presidente del Guillén, llevan el peso de Matalablima.

"Entrené en infantiles, cadetes y alevines, aunque lo que más me gustaba era entrenar a los pequeños", añade. Ahora, ya hace cinco años que no ejerce de preparador y solo se dedica a la parte administrativa. "Pasé por todos los cargos, desde tesorero, hasta balonero", dice. Incluso, cuando el campo era de arena "pasaba la viga", recuerda. "Y pintaba el campo", añade.

Llevar tantos años como directivo exige mucho trabajo y sacrificio.

Cada vez son menos los directivos de estas generaciones que hipotecan su vida para darle la oportunidad a los chavales para jugar al fútbol. Por eso, la pregunta es obligada: ¿compensa? "No sé, me gusta, pero no sé si será masoquismo". Y lo argumenta: "Son muchas horas las que hay que dedicar al club, pero al final sí, compensa, sobre todo, por los chavales", indica el presidente del Beryma.

De lunes a sábado, "intento librar los domingos", asegura, es fácil encontrar a César Rodríguez en Matalablima. Es como su segunda casa. Allí pasa entre cuatro y cinco horas cada día porque, como dice, "siempre hay cosas que hacer".

En la actual temporada, la Peña Beryma suma once equipos, cuatro de pista y siete de campo. "Lo más importante es que volvemos a tener base, y ese el futuro del club", explica. Además, en la directiva no está solo. A su lado tiene a gente de fútbol, a los entrenadores y jugadores que "están comprometidos con el club, y eso es muy importante", apunta. "Hay perspectiva de futuro y de crecer", subraya el directivo nacido en Oviedo.

Así es César Rodríguez, un hombre de fútbol que, de momento, no pone fecha de caducidad a su trayectoria en este deporte. ¿Por qué? Porque, en el fondo, le gusta y disfruta con lo que hace.

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