El otro día me sentí momentáneamente rey cuando, paseando por la vega de Peñaullán acompañado por uno de esos locos promotores que siguen pensando en que la tierra cultivada tiene futuro, de repente, un hombre salió de entre un selva de fabes para felicitarme por mi artículo semanal. Empezó diciéndome que por la mañana la gente estaba hablando de mí en un bar de Pravia, emitiendo valoraciones muy positivas por el escrito y haciendo suyas mis palabras. Hablaba de arándanos y del potencial de otros cultivos y aprovechamientos en nuestra región, como las castañas o las setas, actualmente desatendidos. Me sentí el rey de la vega, era más poderoso que Silo y tenía la intención de conquistar todas las tierras cultivables de la comarca para llenarlas de kiwis y arándanos. El hombre que surgió de entre les fabes me habló de la riqueza que había generado esa vega y yo le apunté regiamente: "Y la que va a seguir dando".