En "Cautivos del mal", la estupenda película de Vincente Minelli, hay una sentencia memorable que podría aplicarse casi a cualquier aspecto de la vida: "Una película en la que todos son momentos culminantes es como un collar sin engarces: se deshace. Los grandes momentos hay que construirlos, y a veces muy lentamente". Construir una película, un libro, una relación o incluso una acción de gobierno depende tanto o más de esos pequeños engarces que de los grandes momentos. Recordaba este diálogo al debatir con un amigo sobre la gestión de los últimos gobiernos sierenses. Coincidíamos en que quizás ha faltado, en estos últimos años, una visión global y armónica de las necesidades del concejo, y las actuaciones de los sucesivos gobiernos se han centrado demasiado en esos grandes momentos, generalmente con forma de infraestructura. Esperemos que la nueva Corporación sepa, cuando menos, engarzar las perlas que ya están sobre la mesa.
