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Ex secretario general del PP de Siero

Antonio Jesús Riveiro Barro, un hombre justo

Triste adiós al expresidente del comité electoral del PP sierense

Ayer se apagó una nueva estrella en el Universo. Hace dos noches contemplaba cerca del mar el firmamento despejado de un cielo que rebosaba luceros pero en el que unas pocas luminarias destacaban con mayor intensidad. Me venía entonces a la cabeza la similitud de aquella imagen con lo que en nuestras vidas son las relaciones de amistad que vamos viviendo. Unas son fugaces, otras parpadeantes; algunas cambian según la posición en que te encuentres cuando las miras, pero hay otras, unas pocas, que se mantienen firmes noche tras noche y brillan siempre con la misma intensidad. Son aquéllas que surgen siempre de entre las nubes hasta en los días más encapotados, para guiar tu camino cuando el horizonte se nubla; son aquéllas que se elevan insignes para orientar tu rumbo por encima de la niebla cuando está oculta tu senda. Antonio era de este último tipo. Siempre dispuesto, siempre arrimando el hombro, siempre con una buena palabra de ánimo hasta en los días de mayor tormenta.

Alguien me dijo hace tiempo que la diferencia entre el conocido y el amigo era que el primero te llama siempre cuando las cosas te van bien y cuando las cosas se te tuercen entonces espera hasta que tú le llames y busca la manera de esquivar tu compañía. El amigo por contra cuando las cosas te van bien espera que tú le llames y cuando las cosas te van mal, aunque haya pasado mucho tiempo desde la última vez que os visteis, es él quien te llama no admitiendo disculpas que rechacen su ayuda.

Antonio Jesús Riveiro Barro siempre estaba donde nadie quería estar, no quería halagos ni premios; encontraba su reconforto en devolver la felicidad al que lo estaba pasando mal y en defender lo justo por encima de lo conveniente; no precisaba nada más. Por eso decidió irse en silencio. Su profunda fe le marcaba como un hombre de una sola pieza. Predicaba con sus gestos que la categoría de una persona no la marcan sus cargos ni sus títulos sino su entrega a los demás. Cariñoso, sencillo, humilde y de gran corazón. Bromista, sagaz y de sátira audaz y brillante. Sus cenizas engrandecerán un poco más esta tierra de Asturias y con su permiso a aquéllos que hemos tenido el inmenso honor de compartir con él tantos desvelos e ilusiones.

El santo Juan Pablo II decía que el viento era como el espíritu pues soplaba libre allí donde quería; querido Toño, el Señor te llamó a su lado en un día de tormenta veraniega y en tu soplar abriste una vez más las puertas y las ventanas de nuestro corazón, que permanecerán así hasta que un día, Dios mediante, nos volvamos a encontrar. Un fuerte abrazo y hasta la vista paisano.

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