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El paragües

Recuerdos

La canícula de agosto nos llevó una enormidad humana. La larga cola ante el tanatorio fue imagen ostensible del cariño sierense hacia José Aurelio. Como lo siento amigo, le debo al menos un "Paragües". Casi todo se ha dicho sobre sus encomiables valores, pero me apetece dejar en letras dos detalles. Uno: Hablando de la integridad de quien ostente cargo público, contó cómo una vecina de Siero, agradecida por una obra de acceso que le hizo el Ayuntamiento tras solicitárselo a él como alcalde, se presentó en su despacho con una botella de "Licor 43". Relató que fue la única vez que sintió la tentación de aceptar una prebenda, porque la humilde señora tomó casi como desdén su negativa por ética política, tornándose el agradecimiento de su rostro en tristeza. El otro: Cuando desde el Colegio Celestino Montoto se cantaban villancicos en la calle para ayudar con el aguinaldo al asilo de ancianos, cantamos en la escalera del Ayuntamiento y él, Alcalde, se acercó con su amplia sonrisa metiendo a hurtadillas algo en el bolsillo del jefe de estudios. Era un billete de cinco mil. Y dio las gracias.

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