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La linterna mágica

Retírame, hija

El final del verano no lo marca la rotación de la tierra, ni llegada de las lluvias, ni la primera jornada de Champions. El final del verano, como saben todos los chavales, lo marca el inicio del curso escolar. Durante largos años yo me libré de esa dinámica infernal, obviamente impuesta por los productores de Hollywood para poder tener una excusa argumental para sus comedias de adolescentes, y viví ajeno a los calendarios escolares. Pero ahora, castigo divino, han vuelto las preocupaciones multiplicadas por cien ya que no soy yo el que retorna a la escuela, sino que es mi hija la que se introduce en esa diabólica maquinaria, mientras que yo, como esos actores de cierta edad que se reconvierten a secundarios, he pasado a hacer el papel de sufridor y "paganini". Espero que, al menos, esto sirva para que mi pequeña se labre un futuro y, a ser posible, retire a su pobre padre. Porque lo que es la pensión, viendo como están las cosas por Madrid, me da que no me va a tocar.

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